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Tribuna
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El epicentro era de otra

Juan José Millás

Madrid, según las organizaciones pertinentes, es la ciudad más insegura de la Península. Y la más tétrica: abres el periódico y caen de entre sus páginas restos mortuorios por un tubo. Hace unos días, por ejemplo, fue hallado en Valdemingómez un cuerpo cosido a puñaladas y envuelto en una colcha. Que el cadáver estuviera muerto es normal, ya que se trata de una propiedad inherente a su condición. Otra cosa es lo de la colcha que convierte el crimen en un suceso de orden doméstico. En efecto, si usted tuviera que empaquetar un fiambre ilegal, recurriría a la colcha de su cama de matrimonio, porque es lo que tenemos más a mano y lo más práctico. Y si luego quisiera desprenderse de él, lo arrojaría al camión de la basura. Lo que llama la atención de este muerto es la naturalidad con la que logra engarzarse en una cadena de sucesos cotidianos. Las puñaladas podría resultar algo chocantes, pero en realidad tampoco, ya que estamos hablando de la ciudad más insegura de la Península.Así que todo conduce a pensar que se trataba de un muerto casero, de los que esconde en el armario cualquier familia de clase media y al que por alguna razón decidieron desalojar, desprendiéndose de paso de esa colcha que trajo la abuela de Portugal cuando su viaje de novios. El Ayuntamiento comenzó el lunes la campaña de recogida de muebles viejos, así que fui a dar una vuelta por ahí para ver de qué tipo de cosas se desprende la gente en abril, y he visto algunos armarios con su esqueleto en el interior. A lo mejor esta acumulación ósea es un fenómeno estacional, relacionado con la primavera; quiere decirse que igual que apetece arrinconar la gabardina y salir a cuerpo, o de cuerpo presente, a las familias les apetece vaciar los armarios y renovar los cadáveres. Los cadáveres y las colchas. Una colcha como Dios manda es más siniestra que un armario de tres cuerpos: en ella se concentra toda la sustancia de nuestros sueños, de nuestras pesadillas, de nuestras frustraciones económicas y sexuales. Una colcha es en realidad una mortaja que trabaja por horas, de ahí que le cuadrara tan bien al muerto del vertedero de Valdemingómez.

Hablando de cadáveres y cotidianidad, un vecino de Torrelaguna se encontró un cráneo cuando paseaba por un paraje de su pueblo. En la zona se desasosegaron un poco, porque tropezar con un cráneo no es lo mismo que darle una patada a una pelota de goma, pero yo creo que, más que por el cráneo en sí, es porque tenía señales de violencia: estaba un poco golpeado, vaya. El alcalde, de todos modos, tranquilizó enseguida a la población insinuando que podría tratarse de un resto prehistórico. Los huesos prehistóricos tranquilizan mucho al personal porque transmiten la impresión de que la gente sólo se moría en el pleistoceno. El alcalde de Torrelaguna no es arqueólogo ni nada semejante, pero parece que tiene intereses cuaternarios.

Y esto no es todo: en un vertedero de Parla fueron hallados también el otro día dos féretros con sus correspondientes esqueletos. Más huesos. En fin, lo que decíamos, que abre uno este suplemento y se le llena la. mesa de costillas y de cajas craneales, como en una primavera inversa en la que, en lugar de la vida, floreciera la muerte por doquier, igual que florecen tirones, asaltos, autopsias con premeditación y tiros que matan a abogados colombianos a la luz del día.

Madrid es la ciudad más insegura de la Península. Y la más tétrica, añadimos nosotros. Así que no es raro que padezcamos algún temblor como el de la madrugada del miércoles, que según los expertos tenía el epicentro en Córdoba. Uno no sabe qué hacía el epicentro allí, pero a veces tienes un fenómeno sísmico en el pecho y el mal se encuentra en el muslo. Las catástrofes, por debajo, están perfectamente coordinadas pero por encima no hay forma de encontrarles una explicación satisfactoria, así que parecen golpes del azar. Madrid, según los organismos pertinentes, es la ciudad más insegura de la Península. Y la más rara: para una vez que padece un terremoto, resulta que el epicentro pertenece a otra.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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