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Blair transforma el laborismo británico en un partido de centro radical y empuja a los 'tories' a la derecha

El aplastante triunfo conseguido el jueves por los laboristas en las elecciones celebradas en una pequeña circunscripción de la Inglaterra central ha otorgado al partido algo más que un nuevo escaño en el Parlamento. La prensa británica reconocía ayer unánimemente que el sueño de Tony Blair de reconvertir al viejo laborismo lleno de resonancias obreras en un partido de "centro radical" se ha hecho realidad por fin. Diversos sectores de la derecha conservadora intentan ahora presionar al primer ministro, John Major, para que el partido fortalezca su flanco derecho.La fuerza de la corriente centrista que atraviesa el Partido Laborista es tan intensa que el propio John Prescott, número dos de Blair y hasta ayer representante de la línea proletaria en el partido, se definió a sí mismo sin titubear como un integrante de las clases medias. Prescott, un tipo de aspecto rudo considerado por. los tories como el perfecto modelo de sindicalista trasnochado, sorprendió al presentador de un programa especial sobre las elecciones de Staffordshire, en la televisión pública británica, al reconocer que ya no pertenece a la clase obrera. "En otro tiempo sí, pero desde que soy diputado está claro que soy un miembro de la clase media", arguyó Prescott.

Parece evidente que al nuevo laborismo le separa cada vez menos del tradicional conservadurismo. De ahí que los tories más radicales, caso del ex ministro John Redwood, intenten presionar a Major para que adopte una actitud más inequívocamente conservadora. Es decir, para que se decida a reducir los impuestos y deje claro que no habrá mayor integración en la Unión Europea. Otros sectores, como el que representa el diario The Daily Telegraph, se limitaban ayer a lamentar el éxito popular alcanzado por un Tony Blair revestido con ropaje tory".

Sea o no cierto, la única verdad es que la percepción de los electores ha cambiado. Los tories pueden argüir en su favor que la economía va viento en popa mientras desciende el índice de paro. Las estadísticas así lo aseguran. Pero el empleo, como recalcan los laboristas, es precario y sólo las grandes empresas parecen sensibles al factor "bienestar". Después del fiasco que representó el miércoles negro de septiembre de 1992, cuando el Gobierno hubo de sacar precipitadamente a la libra del Sistema Monetario Europeo, ya nadie confía demasiado en la competencia económica del Gabinete.

Así las cosas, sólo puede sorprender por lo abultado el triunfo laborista en Staffordshire South East. Tamworth, pequeña capital local, fue hace años la cuna del nuevo conservadurismo. El jueves, según todos los indicios, se convirtió en su tumba. Tal como ha recalcado el primer ministro, no es la primera vez que los conservadores pierden una elección parcial a menos de un año del fin de la legislatura. Les ocurrió ya en mayo de 1991 y Major ganó en las generales de 1992. Lo malo es que esta vez los laboristas parecen haber encontrado por fin un líder capaz de llevarles al poder tras casi 17 años de ininterrumpido gobierno conservador.

En el camino hacia Downing Street, Blair, un abogado de 43 años, ha ido sorteando todos los obstáculos. Incluso la City londinense, incondicional fan conservadora, parece resignada a la eventualidad de un Gobierno laborista. Y por si algo faltaba para reforzar las aspiraciones de Blair, su triunfal visita a EE UU puede ser el espaldarazo definitivo.

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