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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Once meses

EL EMPRESARIO José María Aldaya lleva 11 meses en poder de ETA. ¿Por qué, en nombre de qué? Los terroristas se limitaron a afirmar que se había negado a pagar el impuesto revolucionario. Esa forma de extorsión constituye desde hace 25 años su principal vía de financiación, aunque requiere un, secuestro de vez en cuando para dar credibilidad a las amenazas contenidas en las exigencias de contribución forzosa a la causa.Algunas personas, especialistas en colocarse siempre a medio camino entre los terroristas y sus víctimas, invocan las altas motivaciones ideológicas de aquéllos para avalar su pretensión de condicionar el cese de la violencia a determinadas concesiones políticas. Pero hace años que el principal móvil de ETA es garantizar su propia continuidad organizativa y cualquier otra consideración cede ante la que se expresa en la consigna: "Paga y calla". Con todo, la larga duración del secuestro sugiere la posibilidad de una segunda intención: convertirlo en eje de una estrategia de la tensión en su intento por dominar la calle.

El secuestro ha dado ocasión a una batalla por la libertad en el País Vasco cuya importancia ya nadie cuestiona. A las primeras movilizaciones, impulsadas por los trabajadores de la empresa de Aldaya y grupos pacifistas, se respondió desde el entorno de ETA con contramanifestaciones, amenazas y agresiones. En un momento dado, tras meses de fuerte tensión, esa estrategia intimidatoria: dio la impresión de tener éxito. Los lazos azules desaparecieron prácticamente y algunos sectores sociales dieron muestras de desánimo.

Las contramovilizaciones del entorno de ETA se han convertido en campo de ensayo para nuevas técnicas de intimidación de la población: una forma de violencia callejera que ni siquiera intenta justificarse. Un par de frases del tipo "el verdadero secuestro es el de Euskal Herria a manos de España" hace las veces de argumentación. En las versiones de los portavoces de Jarra¡ y KAS hay algo peor que la falta de, argumentos. Es esa afirmación de que está justificada cualquier acción que contribuya a la desestabilización de "la asquerosa democracia española" (sic). La conclusión es que toda brutalidad es legítima porque no es difícil demostrar que su persistencia, especialmente si permanece impune, desestabiliza. Frente a esa mentalidad es difícil razonar. Pero es imprescindible resistir.

Contra viento y marea, durante esto! meses han seguido produciéndose las concentraciones -cuatro días a la semana en petición de la liberación incondicional de Aldaya. Esa bandera ha presidido algunas de las manifestaciones, más numerosas de la historia del País Vasco. La resistencia admirable frente a este nuevo fascismo ha acabado por pesar más que las amenazas y son ahora los agresores quienes tienen dificultades para mantener su presencia. La incorporación de amplios sectores de la juventud, demostrando que también en ella los violentos son minoritarios, ha sido uno de los frutos más emocionantes de esa perseverancia. Así, los efectos secundarios buscados al prolongar el secuestro más allá de todo límite anterior han comenzado a volverse en contra de esos estrategas del neofascismo de ETA y sus cómplices.

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