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26 maestros del cómic recrean viejos cuentos en Canal +

Puede que la historieta francesa esté perdiendo la guerra frente a los manga japoneses, pero sus profesionales aún encuentran maneras de hacerse oir, aunque para ello se vean gentilmente obligados a ilustrar cuentos infantiles y a someter sus estáticas viñetas a un proceso de animación. Eso es lo que ha sucedido con la serie Érase otra vez, que este viernes (19.30) estrenará Canal +. Ideada por Valerie Lasseron, Érase otra vez consiste en 26 episodios de cinco minutos de duración en los que un montón de cuentos clásicos sufren una relectura humorística que los sitúa en la época actual o en el futuro.Dirigidos a todos los públicos (aunque eso comporte que los adultos se acuerden de Andersen o Perrault y que los niños, criados por Dragonball y los Power Rangers, sepan de qué se les habla), los cuentos de Érase otra vez han sido reescritos por el guionista Jean-Luc Fromental (curtido en revistas como Pilote o L'echo des savanes) y puestos a disposición de 26 dibujantes poco, mucho o nada conocidos por los aficionados españoles a los tebeos.

El resultado es un producto correcto en el que no se ha podido evitar una cierta banalización de los diseños originales a la hora de afrontar la animación. A los franceses les ha pasado eso anteriormente con Hergé (Tintín), Uderzo (Asterix) y Morris (Lucky Luke); y les ha vuelto a pasar con la práctica totalidad de los dibujantes de Érase otra vez. A pesar de ello, los cuentos de esta antología se consumen con agrado: los guiones son eficaces, el dibujo siempre es digno y la duración de cada episodio no da tiempo al tedio.

Puestos a destacar algunos episodios, podría citarse Riquete del copete (dibujos de Frank Margerin, que ha llevado el tema a su universo de rockeros con tupé), La bella durmiente (trasladada a un futuro no muy estimulante por Moebius), Pulgarcito (de Cabii, autor de aquel personaje sesentaiochista que fue Le grand Duduche, rebautizado en España como El extraordinario Pepe), Hansel y Gretel (dibujado por el ácido Willem, habitual de las páginas del diario Liberation y convenientemente ablandado para la ocasión), Los tres cerditos (de Nikita Mandryka, premiado en el Salón del Cómic de Angulema hace un par de años y creador del antihéroe conocido como Le concombre masqué), La bella y la bestia (a cargo de Tanino Liberatore, papá del monstruoso Ranxerox a medias con el ya difunto guionista Stefano Tamburini) y El gato con botas (de la vieja gloria del underground norteamericano Gilbert Shelton, que vive en París y está curtido en gatos gracias al que amargaba la vida de sus héroes de la marginalidad, los Freak Brothers).

Completan la oferta jóvenes autores como Dupuy y Berberian o Johan De Moor, hijo de Bob De Moor, que durante tantos años fue el ayudante de Hergé en los álbumes de Tintin y Milú.

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