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El 'mexicano' gallego de Mos

Una sobrina y dos cómplices, presuntos asesinos del indiano Lago

El vecindario de Mos (Pontevedra) tardará años en recuperarse del impacto. La semana pasada, esta tranquila localidad gallega fue escenario del asesinato de Daniel Lago Pérez, El Mexicano, quien apareció cosido a puñaladas en la casa que se había construido para pasar los últimos años junto a sus familiares. El Mexicano, de 69 años, había hecho fortuna como emigrante en Latinoamérica y a comienzos de los ochenta optó por regresar junto a los suyos y disfrutar de sus ahorros. Fue esa combinación, ahorros y familia, la que acabó con su vida. Hoy, tres personas, incluida una joven de 23 años hija de la compañera sentimental de El Mexicano, están detenidas por su presunta relación con el asesinato.Daniel Lago había nacido en México, a donde había emigrado su padre para hacer fortuna. Pero la suerte no llegó. El padre falleció pronto de tifus y su madre regresó con él a España cuando Daniel sólo tenía 7 años. Los pocos ahorros familiares de entonces alcanzaron para construir una casa discreta en Mos, donde la viuda abrió una tienda de ultramarinos. En esa casa crecieron, junto a Daniel, sus hermanas Victoria y Carmen. Cuando el chico se hizo mozo, insistió en el sueño del padre: se embarcó para Argentina. Allí ganó sus primeros sueldos pelando pollos. Buscó en México mejor suerte y "trabajó como un condenado", asegura su cuñado José Celestino Méndez, Pepe. Pero acabó con fábrica de muebles propia, un éxito clásico del gachupín.

Hace 14 años, El Mexicano regresó a Mos con su mujer, asturiana. En el pueblo se hizo construir otra casa "sin escatimar detalle", a 100 metros de la familiar. "¡Tanta casa para ellos dos solos!", dice Pepe. Pero Mos no le sentó bien a la esposa de Daniel. Venían de México DF. En Mos, por no haber, no hay ni centro urbano: casas dispersas que se asoman a un valle cegado por la niebla. A la mujer la mató un proceso depresivo: un día la hallaron muerta en la bañera.

Para entonces, Daniel ya había conocido a Isabel, una uruguaya residente en Vigo, 15 o 20 años más joven que él. "Éramos amigos. Mientras vivió su mujer, no hubo nada más", asegura Isabel. "Después, cuando nos planteamos otra relación, siempre encontré buen trato en sus hermanas". Iban a casarse, la familia lo sabía, aunque la pareja tampoco se diera prisa.

El Mexicano de Mos disfrutaba una vida regalada, según su cuñado. "Tenía querida [hay que llamarla así, porque no estaban casados...] y las mujeres que quisiera. Por la pasta, que es lo que las mueve, ¿no?", añade Pepe buscando complicidad. El Mexicano, con Isabel, viajaba por placer al extranjero y usaba dos coches., un Mercedes y un Ford Orion, para hacer distancias cortas. Eso, y su ristra de tarjetas de crédito, es lo que veía la familia.

También iba a misa los domingos y jugaba al tute con su cuñado Pepe. Era conservador, moderado y afable. No fumaba, ni era bebedor, aunque tenía buena bodega. Le gustaba comer bien, eso sí, y hospedarse en los mejores hoteles. Pasaba con Isabel algunos ratos en la casa vecina y familiar de Carmen y Pepe. Pero nunca quiso visitar la de su otra hermana Victoria.

Había dejado a las dos hermanas su parte de la herencia familiar. No había olvidado que Victoria había eludido cuidar de su madre antes de morir. Ahora, en casa de esta hermana había problemas: un hijo buscaba trabajo y salvar hipotecas, el marido le pedía un precio desorbitado por una parcela de la que se había encaprichado. El Mexicano dijo a todo que no: era su dinero. Y por dinero lo mataron.

Vicky, la sobrina más joven de El Mexicano -fue una hija tardía de su hermana Victoria-, había encontrado novio a través de una revista, Ramón Alejandro. El novio se instaló en la casa familiar de la novia y El Mexicano convenció a su hermana Victoria para que lo echara. Así se hizo. La pareja andaba rodando por ahí desde entonces. La chica visitó al tío indiano días antes de volver ante él con su novio y otro compinche, papeles en mano, para que les firmara una cesión de terrenos. Él les sacó de merendar. Ellos le torturaron y lo mataron a cuchilladas.

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