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Una urbanización de Galapagar vive en el caos por un grupo de morosos

Vicente González Olaya

Parquelagos, una urbanización de 850 chalés en Galapagar, vive inmersa en el caos. Iberdrola apagó sus farolas hace un mes por falta de pago, el Canal les cortó el lunes el agua, los vigilantes que la cuidaban se despidieron ayer porque no les pagaban, y la contabilidad general se escribe con números rojos. "Se puede decir que tenemos telarañas en las cuentas", reconoce Manuel Delgado, secretario de la urbanización.

Los 1.800 residentes de Parquelagos se levantan cada día con una sorpresa: que si un vecino ha instalado una bomba que absorbe: las aguas del lago comunal -dejando los patos sobre la arena- para regar sus jardines; que si el centro social ha sido vendido al Opus Dei; que si las zonas verdes públicas son privadas; que si unas excavadoras se llevan los pinos... La última: por los grifos no salió el lunes ni el martes ni gota. "Esto es el colmo", clamaba ayer el vecindario, que se concentraba frente a las oficinas de la Entidad de Conservación, una especie de junta vecinal. El Canal había cortado el suministro porque la urbanización debe 14 millones. "No podemos pagar". Tenemos un déficit de 24 millones. El nivel de morosidad es del 36%", decía Delgado. Los vecinos asentían. El ambiente seguía caldeado. La noche anterior, una caravana de vehículos hizo sonar sus bocinas frente a los chalés de los morosos. "Y no sólo eso. Hace un año descubrimos que uno de ellos había hecho un puente para regar con el agua de la comunidad", añadían.

"¿Y lo de las farolas que no lucen?", preguntaba una vecina. "El Ayuntamiento nos engañó. Nos dijo en octubre que iba a poner la luz a su nombre y aún no lo ha hecho", se le respondía. "¿Y lo de los vigilantes, que se han marchado?", preguntaba otro. "Eso fue porque no tenemos dinero. Pero por aquí pasa la Guardia Civil y tenemos personal propio de vigilancia". "¿Y lo del segundo lago que la promotora nos prometió?", se insistía. "La denunciaremos", se replicaba. "¿Y lo del centro social que fue vendido al Opus?". "Es que tenía muchas deudas", se anunció. "¿Y lo del alcalde, que dice que la junta vecinal es ilegítima?". "Le denunciaremos". "¿Y lo del agua?". "Ya hemos respondido", se recordó. "No es suficiente. ¡Rompamos el precinto!", gritaron. "¡Esta entidad no se hace responsable de acciones incontroladas!", se gritó. Un empleado, de la junta de conservación cortó ayer el paso a los vecinos que intentaban romper el precinto. "Volveremos", anunciaron. Por la tarde, el Canal restauró el suministro. Preguntadas las razones, se adujo: "Alguien habrá llegado a un acuerdo de última hora. Porque pagar, lo que se dice pagar, no han soltado ni una peseta".

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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