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Rusia y Bielorrusia firman un acuerdo para su futura unión política y económica

Borís Yeltsin y Alexandr Lukashenko -presidentes de Rusia y Bielorrusia, respectivamente- firmaron ayer un acuerdo por el que crean la Comunidad de Repúblicas Soberanas (CRS) con el fin de lograr una mayor integración de ambos países, tanto política como económica. Para el líder ruso, que se presenta a la reelección en los comicios de junio próximo, la firma del nuevo tratado significa un gran triunfo preelectoral, ya que ahora Yeltsin se ha convertido en el abanderado de la popular idea de reintegración con las antiguas repúblicas soviéticas, neutralizando los ataques de sus rivales que le acusaban de haber destruido la URSS.

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"En la historia del pueblo rusobielorruso, hoy se ha escrito una nueva página luminosa: Rusia y Bielorrusia voluntariamente han dado un paso decisivo hacia la unión", declaró Yeltsin durante la ceremonia de la firma del acuerdo en el palacio del Kremlin.Yeltsin señaló que "hubo que defender con perseverancia tanto en Rusia como en Bielorrusia la firme línea de los dos presidentes" hacia la integración.

En Rusia, las críticas a la CRS vienen del campo liberal y democrático, que argumenta que el acuerdo no conviene al Kremlin ya que será éste quien tendrá que pagar la cuenta de la unión. Además, los demócratas se preguntan cómo puede Rusia unirse con un país en el que el 80% de la propiedad sigue en manos estatales -es decir, con un país de esencia socialista, donde la economía de mercado todavía está en ciernes- y donde la tasa de inflación llega al 10% mensual.

En Bielorrusia, los ataques vienen de los nacionalistas de ideas liberales y prooccidentales, que piensan que la nueva opinión amenaza con hacer desaparecer la frágil identidad bielorrusa.

La influencia rusa siempre ha sido grande en ese país y con Lukashenko ha aumentado: en un referéndum, logró que se aprobara como segunda lengua estatal el ruso, y del bielorruso ha dicho que es "un idioma pobre". Si la unión efectivamente resulta, los nacionalistas de Minsk temen que Rusia, con 150 millones de habitantes, se trague a Bielorrusia, que tiene sólo una población de 10 millones.

Ayer mismo, entre 10.000 y 30.000 personas, desafiando la prohibición de las autoridades, marcharon por las calles de la capital bielorrusa en protesta por el acuerdo firmado en Moscú.

Lukashenko, sin embargo, sostiene que "no hay alternativa al acercamiento de los pueblos hermanos de Rusia y Bielorrusia". "Contamos con todo lo necesario para elevar nuestras relaciones a un nuevo nivel cualitativo", dijo en el palacio del Kremlin el líder bielorruso.

La ceremonia solemne continuó en la plaza de la catedral del Kremlin, donde, a continuación de los presidentes, habló el jefe de la Iglesia ortodoxa rusa, Alexi Il. "La historia vuelve a su cauce natural: dos pueblos hermanos, después de una breve y triste separación, dan un nuevo paso hacia la unidad", dijo el patriarca ruso, que dio su bendición al acuerdo entre Rusia y Bielorrusia.

Asuntos exteriores

El texto de siete páginas firmado ayer prevé coordinar la política exterior de los dos países, elaborar una posición común ante los principales problemas internacionales, actuar conjuntamente para garantizar la seguridad, defender las fronteras y luchar contra el crimen. Rusia y Bielorrusia sé comprometen asimismo a una mayor integración militar y a formar un espacio económico común.

Con este último objetivo, que se espera alcanzar a fines de 1997, ambos países sincronizarán las etapas, plazos y profundidad de las reformas económicas que se realizan y crearán una "base legal común para levantar todos los obstáculos y limitaciones interestatales y garantizar iguales posibilidades para la libre actividad económica".

La Comunidad de Repúblicas Soberanas -la pronunciación de sus siglas suena en ruso igual a la pronunciación coloquial de las siglas de la desaparecida Unión Soviética: Eseser- tiene un Consejo Supremo formado por los jefes de Estado, Gobierno y Parlamento de ambos países -presidido por Lukashenko en los dos próximos años-, y un Comité Ejecutivo -que encabeza el primer ministro ruso, Víktor Chernomirdin-, encargado de velar por el cumplimiento del acuerdo.

Además, la CRS tendrá una Asamblea Parlamentaria en la que las partes contarán con igual número de representantes. Este órgano deberá aprobar sus decisiones con los dos tercios de los votos a favor. La nueva unión, que está abierta a terceros países, contará con su propio presupuesto para financiar los programas comunes.

Por último, el tratado subraya que al participar en la CRS cada país conserva su "soberanía, independencia, integridad territorial, constitución, bandera, escudo, himno y otros atributos de poder estatal". Yeltsin y Lukashenko, con el acuerdo de los jefes de los Parlamentos de Rusia y Bielorrusia, decidieron declarar el 2 de abril fiesta nacional y Día de la Unión de los Pueblos.

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