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Tribuna
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Entendimiento

Rosa Montero

Después de las pasiones desatadas y la furibundicia que hemos experimentado todos durante tantos meses se agradece la aparente calma chicha que se atraviesa ahora. En el silencio de este espacio sin viento la vida continúa: por ejemplo, ya se ha constituido la nueva Mesa del Congreso, un rito elemental de la democracia. Y se ha elegido a un miembro del Opus para la presidencia. Los valores del Opus siempre me han producido sarpullidos, pero, en fin, la madurez política es así, y la alternancia democrática implica que a veces ganen tus contrarios. De hecho, es una gloria constatar que, por primera vez en este país, los oponentes hemos dejado de degollarnos los unos a los otros por opinar distinto. Ahora sólo nos insultamos sañudamente: pero eso no mata a nadie y, además, descarga la adrenalina que es un gusto.Al poco de las elecciones escuché cómo Pepe Navarro hablaba en su Mississippi de un hombre que había asesinado a su mujer porque ella había votado al PP. "¿Se imaginan que alguien pueda matar a otra persona por el simple hecho de su voto?", se escandalizaba Navarro, recalcando lo increíble, lo absurdo del motivo criminal. Pues bien, eso que hoy nos parece, en efecto, tan inconcebible ha sido lo habitual en España hasta anteayer. En realidad, lo anormal, lo insólito y lo auténticamente novedoso en el país es nuestra recién estrenada tolerancia: esto es, que Trillo sea el presidente en el Congreso sin que nadie haya intentado rebanarle el gaznate previamente, y que yo pueda decir que Trillo es un petardo sin que nadie me fusile al amanecer. Hemos recorrido un camino muy largo en muy poco tiempo; y entre todos, amigos y enemigos (sí, también esos enemigos con quienes intercambiamos insultos acérrimos), hemos construido, es un orgullo, este inmenso logro del entendimiento.

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