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La bota china amenaza Hong Kong

Temor en la colonia británica a la perdida de sus libertades cuando quede bajo control de Pekín dentro de 456 días

Nadie diría, al contemplar el lujo desbordante de Hong Kong, que dentro de 456 días estará bajo el control del Partido Comunista Chino (PCCh). Es difícil imaginar cómo conducirá la nomenklatura este conglomerado de espejos de mil colores, cuyos destellos impiden ver las miserias que se es conden en múltiples rincones de la colonia británica.

De la transparencia del cristal a la opacidad de los muros; de la más refinada combinación del gusto occidental y oriental a los supuestamente austeros hábitos de lo! dirigentes comunistas -el Zhongnanhai-, la ciudad prohibida de esta segunda mitad del siglo XX, situada en los aledaños del Palacio Imperial de Pekín y en donde reside la plana mayor del PCCh, se convertirá el 1 de julio de 1997 en el único regidor del mayor centro financiero de Asia.

"Hong Kong tiene vida propia. Todo eso no está en peligro. Lo que Pekín amenaza con su autoritarismo son las libertades de expresión, educación y artística, además, claro está, de la de prensa. La pérdida de esas libertades, que ya hace palpable la existencia de la autocensura, es el drama de Hon Kong", asegura Christine Loh, diputada independiente del Legco, el miniparlamento hongkonés, elegido democráticamente en septiembre pasado.

Hoy hace una semana que el Gobierno chino firmó la sentencia de muerte del Legco. Oficialmente desaparecerá al mismo tiempo que Chris Patten arríe para siempre la bandera británica de estos territorios y él deje de ser su gobernador, pero la decisión de Pekín de crear una legislatura provisional, para finales de este mismo año, deja al Legco reducido a su derecho al pataleo.

. A pesar de la gravedad de la medida, nada se alteró en el frenético ritmo de esta isla arrancada a la dinastía Qing en 1842, tras la primera Guerra del Opio. Dieciocho años más tarde, otra guerra para introducir ese estupefaciente en China terminó con la cesión de la península de Kowloon, y 18 años después Pekín alquiló a Londres por 99 años los llamados Nuevos Territorios y la isla de Lantau. El fin de este contrato es lo que llevó a la entonces primera ministra Margaret Thatcher negociar, en 1984, la devolución total de la colonia, ya que no podría subsistir sin los Nuevos Territorios.

"El hecho de que la República Popular domina cada día más la economía de Hong Kong hace que su posición negociadora sea cada vez más débil. Además es evidente que el hombre de negocios internacional ya no necesita tanto de esta burbuja occidental para abrirse camino en China; por ello, los intentos democratizadores apenas tienen eco en una sociedad preocupada por su futuro y temerosa de la actuación del PCCh cuando se convierta en dueño y señor", afirma Joan Dedeu, presidente de la Asociación Española de Negocios en Hong Kong, donde reside desde hace ocho años.

Para Zhang, un profesor de mandarín -la lengua oficial china que comienza a estudiarse en algunas escuelas hongkonesas donde hasta ahora sólo se enseñaba en cantonés e inglés-, el problema de Hong Kong es que sus seis millones de habitantes "carecen de sentimiento nacionalista". Zhang, de 31 años, lo atribuye a "haber nacido en una colonia", y está. convencido de que, al igual que Taiwan, en cuanto Hong Kong revierta, a China, "se despertará la conciencia política y la necesidad de luchar aunque con retraso, por la defensa de las libertades".

El cada día más poderoso e influyente grupo de presión prochino asegura. que todos los males que padece hoy día la colonia son producto de su gobernador. El conservador Chris Patten se ha convertido en la bestia negra de Pekín desde que nada más llegar a Hong Kong: en abril. de 1992, se empeñó en democratizar su sistema político. "La terquedad de Patten en reformar el Legco no dejó a China más salida que la disolución de éste", declaró el domingo pasado uno de los miembros del Comité Preparatorio para la transición pacífica, tras la reunión celebrada en Pekín en la que se acordó la creación de la llamada Legislatura Provisional. Patten no se mordió la lengua: "Hoy es un día negro para la dernocracia", subrayó.De los 60 diputados del Legco, 20 fueron elegidos democráticamente, por primera vez en la historia, en septiembre, y los otros 40, de forma indirecta. Su mandato expira en 1999 y se niegan a ser reemplazados por un órgano elegido a dedo.Pero no sólo ha sido el Legco. En la misma semana sonó la alarma tres veces. Ann Tse-kai, vicepresidente de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino y vicepresidente del Comité Preparatorio, señaló la convenciencia de crear sobre el jefe del Ejecutivo hongkonés, que será elegido a finales de este año por un comité de selección de 500 personalidades del continente y de Hong Kong, un "gobernador supremo". A esto se unió la exigencia del subdirector de los Asuntos de Hong Kong y Macao, Chen Ziying, de que los 27 altos funcionarios del Gobierno actual de Hong Kong expresen su apoyo a la Legislatura Provisional, es decir, que dejen de ser neutrales y se conviertan en políticos al servicio del PCCh.En el céntrico distrito de Wan Chai se observaba estos días una kilométrica cola. Eran miles de hongkoneses ansiosos por acceder a uno de los 600.000 pasaportes que concederá el Reino Unido y al que tenían que optar antes de fin de este mes. Las maniobras militares frente a Taiwan y las últimas acciones o sugestiones de China en Hong Kong han llevado incluso a los más reacios a tratar de procurarse una salida "por lo que pueda pasar después de l997".

En los últimos 12 años China fue la primera en volcar enormes sumas de dinero en Hong Kong para hacer lo que considera su puerta aún más atractiva a las finanzas internacionales. Los mejores arquitectos del mundo, los decoradores más modernos, las firmas más elegantes se dieron cita en este enclave para convertirlo en algo incomparable. Pekín se cuidó muy mucho de Londres dar confianza a sus habitantes para evitar el daño que supondría una huida masiva. Sin embargo, sólo una semana ha bastado para echar por tierra todo ese esfuerzo. Bajo el traje de seda del manda rín, los hongkoneses han visto estos días la bota del Ejército Popular de Liberación y el miedo ha comenzado a hacer mella.

"A Occidente sólo le interesa hacer dinero"

"Si los hongkoneses nos unimos seremos capaces de arrancarle más libertades a China, pero si nos rendimos, entonces China lo controlará todo", sostiene Martin Lee, el líder del Partido Democrático de Hong Kong. Lee asegura que no le tiene miedo a la cárcel y que, "haga lo que haga" Pekín, él continuaría en su lucha implacable por lograr que el pueblo hongkonés disfrute de la democracia y del gobierno de la ley. Lee, de 58 años, habla con una voz tan tenue que es difícil imaginárselo en una tribuna o al frente de una manifestación popular, pero su rostro despide una firmeza de acero."¿Cómo pueden ilegalizarnos? No hemos hecho nada malo", se pregunta y se contesta ante la cuestión que comienza a obsesionar a la clase política hongkonesa. "Que nos detengan si quieren. Nosotros sólo insistimos en que cumplan las promesas que nos hicieron en 1984 y en la ley básica sobre que después de 1997 [cuando la colonia británica pasará a ser controlada por China] serían los hongkoneses quienes gobernarían Hong Kong con un alto grado de autonomía".

Lee considera que la decisión adoptada por China de eliminar el Legco (Parlamento), en el que su partido tiene 19 escaños, justo al día siguiente de que por primera vez en la historia fuese elegido democráticamente un presidente en suelo chino -Lee Teng-hui, el pasado día 23 en Taiwan- "revela claramente que Hong Kong va hacia atrás".

El líder del Partido Democrático asegura que si el Gobierno británico no hace nada para impedir la clausura del Legco "está vendiendo Hong Kong y echando al río a su pueblo, que ha sido el que eligió el Legco". Estrecho colaborador de Chris Patten a su llegada a Hong Kong como gobernador británico en 1992, Lee es ahora uno de sus grandes críticos por no haber dado, al mini-Parlamento un mayor margen de acción. "Los Gobiernos del mundo libre están más interesados en hacer dinero y negocios en China que en defender los derechos humanos de los chinos o de los hongkoneses", señala con un deje de amargura.

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