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Entrevista:

"El periodista debe convencerse de que su patrón es el lector"

"Los norteamericanos están convencidos de que los medios de comunicación se han vuelto demasiado arrogantes, cínicos, orientados al escándalo y destructivos". Esta afirmación procede de un periodista y analista. de medios: James Fallows, de 46 años, responsable de los discursos presidenciales de la Casa, Blanca en época de Carter y hoy, al frente de The Washington Monthly, una revista de calidad que difunde 550.000 ejemplares. Tal vez el impacto causado por su último libro, Breaking the News, se deba a la idea central que está contenida en el largo subtítulo: Cómo los medios de comunicación socavan la democracia norteamericana.Pregunta. Usted afirma que se está produciendo un silencioso boicoteo de los medios por parte de los consumidores.

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Respuesta. Hay muchas señales de que la prensa no está a la altura de las necesidades del bien público. Y la más importante es, simplemente, la prueba del mercado. Este es un país que cree que el mercado determina el éxito y la prensa, en general, está encontrando dificultades de mercado en la última época.

P. El problema, ¿está en los periodistas o en la dinámica de los medios?

R. En parte se trata de un cambio sociológico de los periodistas, que se han situado en las capas privilegiadas de la sociedad y tienen cada vez menos contacto con la vida real, de muchos de los lectores. Y en parte es una extraña consecuencia de los años del Watergate, según la cual cualquier tipo de escándalo aparente debe ser investigado hasta la muerte. Si luego resulta que no es nada, no hay problema, da lo mismo. Y hay muchas fuerzas que han empujado a la prensa en esa dirección.

P. Usted habla en su libro de las relaciones de excesiva hostilidad que se crean a veces entre periodistas y políticos. ¿Le parece también peligroso el caso contrario?

R. Naturalmente. En los dos casos el peligro que hay que tener claro es que el periodista o el director al que le ocurre eso no está contemplando a los lectores como sus clientes esenciales, las personas a las que se debe en última instancia, porque no tiene claro quién es el que manda de verdad. Los periodistas deberían convencerse de que su patrón es el lector, y hay que hacer todo lo posible para dar al lector una imagen sensata y útil del mundo. Esto se complica cuando se entremezclan otras lealtades.

P. ¿Los periodistas aceptan las críticas? ¿Qué reacciones ha encontrado usted, por ejemplo, a lo que denuncia en su libro?

R. Como usted sabe, la prensa tiene una enorme diversidad. Hay mucha gente que trabaja en pequeños periódicos de ciudades y que gana poco dinero, hay gente que dedica su vida a entender y explicar asuntos relacionados con la medicina o el espacio o la salud pública, y hay también estrellas de la televisión muy bien pagadas. La mayoría de las cartas de periodistas que he recibido dicen: sí, estas son las cosas que nos tienen frustrados, tenemos que encontrar la manera de cambiarlas. Entre los profesionales más famosos, la reacción ha sido: bueno, no son más que quejas; si somos impopulares quiere decir que lo estamos haciendo bien.

P. Hablaba antes de las fuerzas que empujan al periodismo hacia el escándalo gratuito. En cuanto a las fuerzas que llevan al choque entre los propios medios, ¿tienen sentido estrategias de conquista de lectores basadas en el ataque a la competencia?

R. Eso era habitual en Estados Unidos cuando había muchos casos de ciudades con dos o tres periódicos. Se contemplaba como algo no particularmente digno de admiración, pero relativamente destructivo. Al final, lo que redujo la competencia y dejó a las ciudades con un sólo periódico importante fueron razones económicas. Los diarios que creen que se puede crecer atacando a otros diarios quizá obtengan más lectores a corto plazo. A largo plazo, lo que probablemente consigan es que la gente desconfíe más de todo el periodismo.

P. ¿Es optimista o pesimista sobre el futuro?

R. Los periódicos tienen serias dificultades financieras y las cadenas de televisión en EE UU -y sus programas informativos- están en manos de grandes corporaciones industriales. Creo que esto último es malo.

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