San Francisco, último reducto liberal en Estados Unidos

Nunca se ha distinguido San Francisco por ser precisamente una ciudad aburrida. Pero desde que, en diciembre, eligió como alcalde a Willie Brown, el más extravagante y locuaz político al frente de una gran ciudad de Estados Unidos, la diversión está garantizada. No sólo por sus originales propuestas, entre las que se encuentran la de poner la seguridad del transporte público en manos de los pandilleros, ni por su llamativa indumentaria, frecuentemente acompañada por vistosas joyas, sino porque, con su ascenso al poder, San Francisco vuelve a ser la capital del viejo liberalismo norteamericano.Durante sus primeros tres meses de alcaldía, Willie Brown no ha dejado de ser noticia casi ningún día. En su toma de posesió reunió a 20.000 personas en el centro de la ciudad para que fueran testigos de una llamada telefónica al presidente Bill Clinton en la que le animaba a "mantenerse firme frente a esos republicanos del Congreso".

Después llegó lo de proponer a las pandillas que destinasen gente a hacer patrullas en los autobuses. "Es un intento de involucrarlos en la seguridad pública", dice uno de los asesores del alcalde. Más tarde impidió a los funcionarios del Ayuntamiento entrar a sus oficinas sin corbata. A continuación prohibió a la policía que desalojase a los mendigos del centro, con lo que éste se ha convertido en el hogar de 6.000 homeless.

Pero por encima de todo eso está su fe en el liberalismo tradicional. "Aquí estamos para dar trabajo a la gente, casa a los que no la tienen y para ayudar a los pobres. Ésa es nuestra misión, y cuando se tiene una misión no se repara en otra cosa", afirma Brown a un grupo de corresponsales extranjeros.

Willie Brown, de 62 años, cree que el Estado -él, en este caso- tiene que crear empleos sin esperar a la iniciativa privada. Es un firme defensor de la discriminación positiva para las minorías -lo que en directa traducción del inglés se conoce como acción afirmativa-, está en contra de la pena de muerte, quiere reducir, no aumentar, las penas a los delincuentes, trata la prostitución como un problema sanitario, no policial, acepta los matrimonios entre homosexuales y dedica la mayor parte de su presupuesto de salud a la lucha contra el sida. Es decir, está a contracorriente de la moda en EE UU.

Su elección como alcalde es de por sí inconcebible en otro sitio que no sea San Francisco. Brown es el primer alcalde negro de una ciudad donde esa raza sólo representa el 10%, por un 47% de blancos, 29% de asiáticos y 13% de hispanos.

Como primera meta de su gestión se ha propuesto luchar contra los intentos, respaldados por el gobernador Pete Wilson, de acabar con los programas de acción afirmativa en California. En las elecciones de mañana, la población de este Estado está convocada a pronunciarse sobre la discriminación positiva en el acceso a la Universidad.

Hambre en las aulas

"Lo que quieren hacer", afirma en esta entrevista, "es una Universidad exclusiva para blancos, con algunas excepciones para asiáticos. Dicen que los negros tienen mayor porcentaje de fracaso escolar y que suelen abandonar sus estudios. Pero yo pregunto: ¿cómo se puede estar en el pupitre sin saber qué vas a comer al día siguiente?".

Willie Brown espera que los californianos apoyen la acción afirmativa en las urnas, pero admite que no tiene gran confianza en los votantes norteamericanos en estos momentos. "Si hoy se pusiera a votación la primera enmienda de la Constitución [que garantiza la libertad de expresión] dudo que fuera aprobada".

Pese a tan llamativas declaraciones, Brown es frecuentemente mencionado por la prensa norteamericana como "el más poderoso demócrata de California". Por eso se ha especulado que Clinton lo nombrará jefe de su campaña en este decisivo Estado. Él asegura que prefiere "ser un soldado en vez de un general", pero anuncia que hará todo lo posible por la victoria del presidente, y no tiene duda de que Clinton conquistará California en noviembre.