Psicoanalista y detective
Hay tantas películas policiacas cuya intriga gira en torno a que el único testigo de un asesinato es un niño que puede decirse que constituyen un subgénero con características propias. Esto es lo que ocurre en Un testigo en silencio, pero como siempre se ha ido todavía un poco más lejos y en esta ocasión el testigo del brutal asesinato de sus padres es un niño autista.Por tanto, el interés de esta producción gira por un lado en descubrir al culpable, lo que es habitual en el género policiaco, y luego en encerrar una interesante descripción de un niño autista, bien interpretado por un desconcertante J. P. Walsh, a pesar de un doblaje que pasa por encima con indiferencia de sus habilidades para imitar voces, lo que resulta bastante insólito.
'Un testigo en silencio'
Director: Bruce Beresford. Guionista: Akiwa Goldsman.Fotografía: Peter James. Música: Stewart Copeland. EE UU, 1994. Intérpretes: Richard Dreyfuss, J. P. Walsh, Liv Tyler, Linda Hamilton, John Lithgow. Estreno en Madrid: Rialto, Paz, Liceo, Albufera, Colombia, Aluche.
Sin olvidar que por encima de estos elementos destaca la figura de un psicoanalista es pecializado en niños problemáticos, retirado de su profesión desde hace años por el suicidio de uno de sus pacientes, que por las especiales características de este caso se ve convertido en ocasional detective. Bien encarnado por un cada vez más sobrio Richard Dreyfuss, el personaje posee la virtud de hacer aflorar lo que siempre ha tenido de investigación policiaca el psicoanálisis y hacerlo plenamente convincente.Sin embargo, el bastante hábil guión de Akiwa Goldsman, que esconde bastante bien las trampas habituales de las narraciones policíacas, no se ve respaldado por una sólida dirección que, unida al buen trabajo de los, actores, consiga que el conjunto se convierta en una atractiva producción.
El prolífico realizador australiano Bruce Beresford, instalado en Estados Unidos hace más de 10 años, capaz de lo mejor, Mister Johnson (1990), y de lo peor, Un hombre en Africa (1993), especialmente conocido por la oscarizada Paseando a Miss Daisy (1989), no se encuentra a la altura de los restantes elementos puestos en juego.
Si como director de actores demuestra bastante habilidad, tanto por la interpretación del veterano Richard Dreyfuss como de la bella y poco conocida Liv Tyler, entre los que se sitúa el niño J. P. Walsh, el resto de su trabajo resulta en exceso anodino.
La intriga está bien narrada, se sigue con interés, pero a Un testigo en silencio le falta el brillo que hubiese sido necesario para ahondar en la larga tradición del policiaco psicológico y alejarse lo más posible de las series de televisión con inusuales detectives.
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