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El ángel de la galería

'Abierto en canal' presenta la historia que inspiro el filme 'Pena de muerte'

Manuel Rivas

Su rostro aparecerá para siempre asociado al de la actriz Susan Sarandon, candidata a un Oscar por su interpretación en Pena de muerte. La auténtica Helen Prejean, la tenaz monja católica norteamericana que inspiró la película que ha vuelto a poner en primer plano el debate sobre la pena capital, es la protagonista de El ángel de la galería de la muerte, un documento que Canal + emite a las 15.05, en el informativo Abierto en canal. Con esta guía excepcional, un equipo de la BBC se ha adentrado tras las últimas rejas, en la antesala de la ejecución. En la zona terrible del crimen y el castigo.No se trata de ese tipo de reportaje televisivo tan al uso, complementario de una producción cinematográfica de éxito. El documental sirve para refrendar la meticulosidad con que Tim Robbins, director de Pena de muerte, afrontó su trabajo. Cotejando película y documental, uno tiene la impresión de que Robbins pidió prestado hasta el fatídico segundero del reloj de pared de la sala de ejecución de la penitenciaría de Louisiana. A la vista del impacto, también acertó en la filosofia. En su única aparición en el documental, Robbins se explica muy bien. "Si les hablas a los ya convencidos no sirve de nada. Es como masturbarse".

Robbins tenía otra idea clara. Helen Prejean (Susan Sarandon) no podía aparecer como una especie de supermonja. No se trataba de hacer una película sobre santa Helen. En El ángel... se ahonda en la biografía de esta mujer real, con toda su fortaleza y su fragilidad, y que ha removido casi en solitario las vísceras de la justicia estadounidense. En la película hay una escueta alusión a sus orígenes. En la galería de la muerte todos son pobres y la mayoría negros. Ella procede del mundo de los ricos.

El documental nos cuenta quién es y de dónde viene Helen. Ella misma relata el sorprendente itinerario vital que lleva a una hija de sureña familia acomodada a ser el último reducto de humanidad para los que la sociedad considera que "ya no son humanos", el último aliento de esperanza para los peores criminales. El reportaje es todo lo contrario de una hagiografía empalagosa. Prejean va pasando el álbum de fotos de su vida con un pétalo en la mano y un bisturí en la otra. Es como si reandase el camino para revisar los presupuestos del "mundo feliz",el de su familia rica y su selecto colegio privado.No echa sermones, sino que busca en la otra cara de los recuerdos. Uno de los juegos de infancia era "atreverse" a sentarse durante unos segundos en la parte de atrás de los autobuses, donde obligatoriamente debían viajar los negros. Después de profesar 20 años como monja enclaustrada, Helen decidió volver a la parte de atrás del autobús social para quedarse allí y darle una vuelta al calcetín del mundo.

Entre los testimonios, el del fiscal de Nueva Orleans es particularmente interesante.No sólo porque representa a los electores, sino porque se trata de un católico tan devoto como Helen Prejean. Él invoca a Dios para justificar la pena capital. Ella dice que la autoridad civil no puede apropiarse de la ley de Dios: "Yo no podría adorar a un Dios que fuese más vengativo que yo". Piense Dios lo que piense, esta monja solitaria ha reabierto un oportuno debate a partir de su libro Dead man walking, que llamó la atención de la factoría de Hollywood.

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