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El presidente moldavo evita el choque civil y renuncia a destituir a su ministro de Defensa

Un conflicto, de impredecibles consecuencias estuvo a punto de estallar ayer en Moldavia después de que el presidente de ese país, Mircea Snegur, intentara destituir al ministro de Defensa, Pavel Creanga. El ministro se negaba a dejar su puesto argumentando que el jefe del Estado no tenía facultades para ello. El líder del Parlamento, Petru Lucinschi, anunció ayer, tras una sesión urgente a puerta cerrada en la que participaron el propio Snegur y responsables del poder judicial, que habían llegado a un acuerdo para que fuera el Tribunal Constitucional el que zanjara el asunto. Tras la decisión de Creanga y Snegur de someterse al dictamen del tribunal, las tropas desplegadas alrededor del Ministerio de Defensa levantaron el cerco.

Tanto el primer ministro, Andrei Sangheli, como el Parlamento respaldaban a Creanga, que se hallaba bloqueado en su despacho por soldados leales a Snegur. La crisis comenzó el jueves pasado, cuando Snegur acusó a Creanga de "mal uso" de la propiedad del Ejército. El viernes, el presidente destituyó a su ministro de Defensa y nombró en su lugar al general Tudor Dabija, pero Creanga se negó a acatar el decreto de Snegur por considerarlo anticonstitucional.Según la ley moldava, el presidente puede destituir a un ministro sólo a petición del jefe, del Gobierno o a consecuencia de un voto de censura del Parlamento, y ni lo uno ni lo otro se daban en este caso. Más aun, el primer ministro, Sangheli, y la mayoría parlamentaria -compuesta por el centrista Partido Democrático Agrario, al que antes pertenecía Snegur, y el izquierdista Bloque de Unidad Socialista- apoyaban a Creanga y consideraban ilegítima la medida presidencial.

En una declaración divulgada ayer por la oficina de prensa de Snegur se decía que el Ejército obedecía al presidente, que según la Constitución es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. "Esta acción [de destituir a Creanga] está dirigida a evitar que el Ejército sea usado por fuerzas conservadoras para conseguir sus fines políticos. La situación en el Ejército está bajo control, y éste ha acatado el decreto presidencial", se precisaba en el documento.

Creanga, de 62 años de edad, es un militar de carrera que ocupó altos cargos en tiempos soviéticos, llegando a ser vicecomandante del 400 Ejército, en Afganistán. Con la perestroika comienza su declive: en 1986 es enviado a Cuba como asesor militar del viceministro de Defensa de la isla, y dos años más tarde pasa al retiro. Regresa a Moldavia y encabeza el Consejo de Veteranos de la República. Desde 1992 ocupa el puesto de ministro de Defensa. En respuesta a la negativa de Creanga a aceptar su cese, un centenar de soldados bloquearon el viernes por la noche al general y a una decena de sus oficiales más cercanos en la sede del Ministerio de Defensa, que se encuentra en. los suburbios de Kishiniov, la capital.

Lucha política

El Parlamento protestó anteayer por el decreto de Snegur. "El presidente, que es también el líder de un partido, desea usar el potencial del Ejército en la futura lucha por el puesto de jefe del Estado", afirman los diputados.Moldavia debe celebrar elecciones presidenciales en diciembre de este año, y Snegur ya ha dicho que luchará por la reelección. Su ambición de permanecer en el poder le ha hecho cambiar de posición en diversas cuestiones, lo que le ha llevado a abandonar el Partido Agrario y a crear el año pasado su propia formación política, el Partido del Resurgimiento y la Conciliación.

La ruptura de Snegur con el Partido Democrático Agrario significó un gran debilitamiento para éste, porque no sólo se fue su personaje más carismático, sino también 11 diputados, lo que ha obligado a los agrarios a acercarse a los izquierdistas del Bloque de la Unidad Socialista.

El reciente decreto de Snegur se enmarca en la campaña electoral que el actual presidente de hecho ya comenzó el año pasado, cuando, al apoyar las exigencias de los estudiantes de cambiar el nombre del idioma estatal de "moldavo" a "rumano", prácticamente se pasó a la oposición al actual Gobierno, encabezado por Andrei Sangheli, del Partido Democrático Agrario. El debate en torno al nombre del idioma oficial es un tema muy delicado en Moldavia, y, más que lingüístico, es político, ya que la mayoría de los que propugan la definición de la lengua como "rumano" son partidarios de la unión con Rumania.

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