Grande en imaginación

Puede sonar grandilocuente que un grupo de titiriteros homenajee al cine; podría parecer imposible que el discreto lenguaje del guiñol, tan lejano a toda la parafernalia que rodea al séptimo arte, le rinda tributo, y, sin embargo, así es. Y es así no sólo en la intención de Los Títeres de Horacio, sino en los resultados conseguidos con El mayor espectáculo del mundo. En él, a pequéña escala, determinada por el tamaño de los muñecos, pero grande en sensibilidad e imaginación, el director de la formación, Hermann Koncke, ha diseñado un particular recorrido por un siglo de cine.Harpo, Chico y, sobre todo, Groucho Marx, con su inequívoco estilo de hacer humor, presentan la función y hacen de nexo entre todos los episodios que ilustran el personalísimo (como no podía ser de otro modo) recorrido. Quizá en esta opción haya pesado la decisión de destinar el espectáculo a niños, a pesar de estar lleno de referencias imposibles para ellos y de buscar más la complicidad del adulto al hurgar en una memoria colectiva.

Los momentos más brillantes se alcanzan con las marionetas de hilo, manipuladas por Florencia Giusti y Gonzalo Cardone, que, a pesar de su juventud, demuestran buen oficio no sólo en la manipulación, sino también en la realización de los muñecos hechos por la compañía. Sorprendente el número de claqué de Fred Astaire, en el que la marioneta es movida por ambos; en ésta se han utilizado las bandas sonoras de las películas, con lo que se consigue un sugerente efecto, como el surgido de la escena de Casablanca en la que Inigrid Bergman pide al pianista que toque para ella, o en la de Charlot golpeado por un policía o enamorado de una muchacha que acaba de conocer.

El mayor espectáculo del mundo. Casa de la Cultura de Majadahonda. Plaza de Colón, s/n. Día 17, a las 12.00. Niños: 200 pesetas. Adultos: 300.