El compromiso europeo de Comisiones Obreras
El pasado congreso de Comisiones Obreras (CC OO), celebrado el mes de enero, definió con claridad la política internacional y europea del sindicato para los próximos años. El amplio consenso que obtuvo la propuesta de afiliación a la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) fue quizás el causante. de que una decisión tan importante no fuera suficientemente reseñada por los medios de comunicación en un congreso caracterizado por la división en dos sectores en la mayoría de los temas.Y, sin embargo, no era éste un asunto menor. Durante muchos años, para CC OO, la CIOSL fue la expresión sindical del repudiado bloque capitalista occidental, comparable a la OTAN y demás organismos surgidos durante la guerra fría para combatir a la URSS y al comunismo mundial. Y, aunque tampoco quisimos ingresar en la internacional sindical afín a los intereses soviéticos, lo cierto es que, por encima de la neutralidad afiliativa, las simpatías estaban más cerca de esta opción que de la CIOSL. Otro tanto ocurría en esta organización, donde se ignoraba el carácter pluralista de CC OO y nuestra sincera apuesta por la democracia y por la unidad europea.
El final del enfrentamiento Este-Oeste ha hecho emerger con fuerza el conflicto Norte-Sur y la necesidad de resituar el papel de las organizaciones sindicales regionales y mundiales, para defender (con las adaptaciones necesarias) el modelo social conquistado en Europa, combatir la introducción del capitalismo salvaje en los antiguos Estados socialistas e imponer la plena libertad sindical en los países en vías de desarrollo no sólo por razones de solidaridad y de justicia, sino también como única, forma de frenar eficazmente el dumping social y las migraciones masivas forzadas por la miseria y la represión.
Por ello, la gran mayoría de los sindicatos se ha agrupado en torno a una renovada CIOSL, amplia y pluralista, con el objetivo de hacer frente a los retos de la mundialización de la economía. Por coherencia con nuestra vocación internacionalista y solidaria, Comisiones Obreras no podía quedarse fuera de esta importante batalla, que no ha hecho más que empezar.
La construcción europea, Maastricht y la futura reforma del Tratado de la UE han estado muy presentes en los debates del congreso de CC OO, tanto en el informe del secretario general, como en las ponencias y en numerosas intervenciones. Al final, los textos aprobados y la resolución específica reiteran el europeísmo crítico que ha caracterizado a CC OO desde la etapa clandestina y movimientista.
Comisiones Obreras apuesta de manera inequívoca por el proyecto de unión política, económica y social de los pueblos de Europa, pero rechaza con rotundidad el modelo neoliberal que hoy predomina en Bruselas y en la mayoría de los gobiernos de los Estados miembros, que es el causante del grave incremento del desempleo y de la innegable pérdida de credibilidad de la UE, perjudicada también por ciertos gobiernos (el nuestro, entre ellos) que la han utilizado como escudo para justificar sus propias decisiones antisociales, coadyuvando de forma irresponsable el fomento del antieuropeismo.
Comisiones Obreras, UGT y la Confederación Europea de Sindicatos (CES), de la cual formamos parte, hemos alertado contra el desequilibrio que desde sus inicios ha caracterizado el proceso de integración europea, que ha pilotado sobre objetivos económicos y monetarios marginando la dimensión democrática y social. Esta posición oficial de Comisiones Obreras ha sido calificada de simplista o papanatista en el debate congresual por algunos enmendantes que, sin atreverse a explicitarlo, consideran que España debe, abandonar la Unión Europea, a la cual consideran un proyecto fracasado.
Cambiar la histórica posición proeuropea de CC OO que siempre compartió el conjunto de la izquierda española -incluyendo al PCE- por un nacionalismo pasado de moda y ajeno a nuestra tradición sería el peor de los simplismos, porque es poco creíble que, cuando países ricos con tradición aislacionista como Reino Unido no pueden apearse del tren en marcha de la construcción europea, lo haga un país como el nuestro reinventando la obligada autarquía de los años cuarenta o cincuenta.
Ciertamente tenemos que exigir que la aproximación entre los países más ricos y los del sur sea una de las prioridades, reforzando el presupuesto comunitario e incrementando los fondos de cohesión. Pero esta reivindicación hacia el norte debe compatibilizarse con una actitud abierta hacia los países del Magreb, rechazando posturas egoístas españolas que pretenden cerrar el mercado europeo a estos países incrementando los riesgos, de inestabilidad en la zona.
La complejidad y la incertidumbre del proceso europeo han provocado razonables dudas e incluso divisiones en la izquierda, pero éstas no pueden engordar, como ocurrió durante el debate de Maastricht, al único sector ideológico que no tiene dudas sobre Maastricht y Europa: la extrema derecha, que de Thatcher a Le Pen tienen muy claro el objetivo de desmantelar la zona de prosperidad, de paz y de pluralismo más importante del planeta.
La próxima reforma del Tratado de la UE no puede ser desaprovechada por los sindicatos y las fuerzas progresistas. Los sectores conservadores pretenderán que pase sin pena ni gloria introduciendo leves retoques institucionales. Por nuestra parte, y con la fuerza de los 50 millones de afiliados de la CES, queremos que se haga una reforma en profundidad y de cara a la opinión pública, con la máxima participación popular. Los sindicatos europeos iniciarán su campaña con una gran manifestación en la ciudad de Turín, a la que seguirán acciones en todos los países.
El congreso de CC OO ha propuesto que se aborden en la Conferencia Intergubernamental (CIG) los problemas que plantean el calendario y los criterios de convergencia nominal, y que se decida mancomunada y solidariamente para no excluir apriorísticamente a ningún país.
Para Comisiones Obreras, el pleno empleo debe estar en el centro de todas las políticas de la UE, que debe tener los instrumentos que permitan equipar este objetivo en plano de desigualdad con los compromisos monetarios.
Comisiones Obreras reclama que el nuevo tratado sea juzgado por los ciudadanos comunitarios mediante la celebración de un referéndum europeo, donde, en función de la democratización que se alcance y de los avances que se introduzcan en relación con el empleo y con la política social, daríamos nuestra intención de voto.
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