Buenas prisas

EL PRESIDENTE del Partido Popular, José María Aznar, ha entendido finalmente que necesita mover ficha y hacerlo rápido. La decisión de abrir una ronda de entrevistas personales con los líderes de los restantes partidos del arco parlamentario es digna de atención: demostraría que los populares ya han superado el aparente estado de perplejidad en el que quedaron sumidos tras los resultados del 3-M. Y nada más lógico para empezar esa ronda que entrevistarse con el líder del segundo partido más votado y presidente en funciones.Si además resulta que Aznar lleva unas propuestas concretas para intentar llegar a algún tipo de pacto de gobernabilidad, nos encontramos con el ejercicio de un juego democrático digno de reconocimiento y que apunta en la dirección adecuada. Es buena, además, la elección hecha por el líder del PP de cinco grandes temas: política europea y unión monetaria, acuerdo social y políticas de bienestar, reformas económicas y creación de empleo, impulso al proceso autonómico y, lucha contra el terrorismo. En ellos podría resumirse el reto real al que ha de enfrentarse el próximo presidente del Gobierno español.

Que sea conveniente la reunión y acertada la agenda no significa, sin embargo, que de ella vaya a surgir una especie de acuerdo general. Felipe González hoy, Julio Anguita mañana, y Jordi Pujol después, pueden coincidir en la exactitud de los enunciados, pero tienen el derecho, y seguramente el deber, de disentir de las soluciones que el Partido Popular trate de aplicar a cada uno de los temas que se. someten a discusión. Para evitar malentendidos conviene que cada uno sepa su papel en la obra y asuma las responsabilidades que de acuerdo con los resultados de las elecciones le han correspondido. Habrá que tener cuidado, pues, con la suposición automática de que si el PP hace ofertas, y los demás partidos las rechazan, esta decisión sea una maniobra de obstrucción o permita al PP quejarse de que el resto de partidos no, colabora a la gobernabilidad. El truco puede ser eficaz, pero es insultante para casi todos.

El PP ha logrado una mayoría minoritaria y por tanto debe negociar. Y negociar no significa ofrecer un pacto (le trazo grueso, sino entrar en el detalle. Los partidos requeridos por Aznar para buscar el apoyo que necesita para ser investido corno presidente y, además poder gobernar están en su perfecto derecho de reclamar algo más que declaraciones de intenciones. Por ajustamos a alguno de los puntos de la agenda propuesta, es a todas luces insuficiente pedir apoyo para llevar a cabo una eficaz lucha contra el terrorismo. Hay que acordar cómo se hace, si se mantiene en todos sus puntos el Pacto de Ajuria Enea, si el PP insiste en no aplicar la reforma del Código Penal, si es viable o no el llamado cumplimiento íntegro de las penas, etcétera. Ahí, en la aplicación de la política que cada partido vendió a sus electores en la pasada campaña, está el grueso de la negociación y no en suscribir genéricos enunciados. Con Pujol, por ejemplo, es obvio que no va a servir un etéreo impulso al proceso autonómico. Aznar tendrá que concretar y llenar de contenido sus propuestas para intentar siquiera la abstención que le ermita la investidura.

Es bueno, en cualquier caso, que Aznar sienta ya las prisas por llegar a acuerdos. La sesión de investidura se acerca, y ya es hora de que todos los partidos, pasada la resaca electoral, entiendan que es mucho lo que hay que tratar y que el PP acelere la búsqueda de un pacto que evite nuevas elecciones. Una posibilidad indeseada por todos -como hemos reiterado desde el día 3 hasta el cansancio, por mucho que algunos no quieran darse por enterados-, pero que sólo cabe evitar si se llega a acuerdos parlamentarios que permitan a Aznar, sumar más votos a favor que en contra.

Por otro lado, no deja de ser, razonable la queja mostrada por el partido de Jordi Pujol en cuanto a la inconveniencia de que Aznar y González traten hoy el traspaso de poderes. En democracia, las formas son importantes. Y dar por supuesto que Aznar heredará el poder porque ya tiene ganado el apoyo parlamentario a su investidura no deja de ser todavia una mera suposición cargada de voluntarismo. Aunque sea ésta la salida más lógica y, desde luego, la que mejor representa el veredicto de los comicios del 3-M.