Aerosoles domesticados
Veinte grafiteros de Parla pasan siete horas pintando con apoyo del municipio
Cien millones de pesetas. Esta redonda y abultada cifra es el presupuesto que varias empresas dieron al Ayuntamiento de Parla (72.000. habitantes) por limpiar sus paredes, fachadas y muros de grafitos, firmas y pintadas. Ante la imposibilidad del desembolso y tras los fracasos cosechados al emplear la vía punitiva con los gamberros del aerosol, el consistorio inició hace tres años los primeros contactos con grupos de grafiteros para crear un frente común. Ayer, los artistas más destacados, ya constituidos en asociación, celebraron el primer maratón de pintadas durante siete horas.Firmas enrevesadas, dibujos procaces y divertidos, caricaturas y lemas incomprensibles realizados bajo la monocorde música del aerosol fueron contemplados ayer sin temor ni fastidio por los vecinos.
Esta vez el soporte de las obras no eran las fachadas de sus casas o comercios sino 16 paneles de madera instalados en el Bulevar Norte, junto a la Casa de la Juventud.
En la jornada se emplearon nada menos que 150 aerosoles y colaboraron una veintena de grafiteros con edades comprendidas entre los 13 y los 23 años.
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Más encargos
Los granitos plasmados en madera serán conservados
Vons,Thor y Sak son ya artistas avezados y miembros fundadores de la asociación de grafiteros que, con una subvención anual de 100.000 pesetas, busca otros métodos de financiación pintando las fachadas de los comercios con grafitos artísticos. Según Iván Alonso, de 19 años, Vons, en las paredes, "decorar tiendas tampoco es negocio porque un comerciante paga 100.000 pesetas a un pintor para que le blanquee la fachada pero le parece caro", afirmaba, "que nosotros le pidamos 20.000 pesetas". La asociación ha decorado unas 30 fachadas de comercios y dependencias municipales.Los grafiteros confían en que el maratón celebrado ayer contribuya al aumento de encargos. Según Iván, la asociación grafitera ha podido reconducir a los temidos taggers, del inglés tag, firma. Estos terroristas del aerosol ponen su rúbrica, sin ningún afán artístico, en cualquier fachada. Para la asociación, es vital reivindicar el código del honor del grafitero: no firmar nunca sobre la obra de otro artista. "A ver si así se animan los comerciantes; nuestro trabajo es un seguro contra pintadas ajenas", comentaban esperanzados.
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