El estrés de marzo y el poder sin cava
Era domingo, día estrés de marzo Eramos cientos de periodistas marcianos intentado descifrar un ovni terrestre. Tiene forma de gaviota, decía uno. No, hombre, es una rosa. ¿Qué dices? ¿Estás loco? Estábamos en Ferraz, la sede socialista. Se supone que esto es un centro neurálgico, un mirador privilegiado, un punto G de la erótica noche electoral. I-Lasta que empezó esa clase de bombardeo informativo en el que no te enteras de nada. Cables, cacharros, terminales y altavoces escupiendo datos contradictorios.Por fin respiro. Viene, un hombre en nuestra ayuda. Pero la primera comparecencia de Ciscar fue la de un hermano francmasón de la Logia de la Incógnita Universal. Indiana Jones lo tendría más fácil a la, busca del Santo Grial. Entré tanta ciberconfusión, empecé a echar (le menos mi pueblo, mi taberna, mi bocadillo de calamares y mi transitor. Pero, de repente, el escrutinio empezó a avanzar a ritmo de taquicardia. Eran noticias que llegaban como de otra galaxia, una verdad extraña, de un arcano secreto. Los periodistas marcianos tuvimos que coger la verdad establecida, estrujarla y tirarla a la papelera como un guión inservible. No dejes que la realidad te estropee un buen titular. Pero, maldición, ¿dónde estaba la realidad?, ¿dónde estaba el titular?
Los ordenadores lanzaban asteroides fragmentarios. Luego aparecieron dos lanzaderas a la misma altura, un empate que hizo vibrar Ferraz. Esto no es periodismo, esto es ciencia ficción. Me sentía como, Pliflip K. Dick reflexionando sobre el engorde artificial de las gallinas. La naturaleza le deja a las gallinas seis meses para hacerse ponedoras. Las modernas granjas crean monstruos adultos en un santiamén. Veo crecer en segundos unas gallinas de formas y tamaños imprevistos y sorprenden tes que ponen huevos socialistas. Añoraba el periodismo de manguitos, escrutinios que deberían durar seis meses. Hasta que me di cuenta de que tenía la noticia, que tenía el mensaje. En el estrés de marzo, el pueblo era un tipo tranquilo, que no se deja vencer por el fast food y los domadores de encuestas.
Nada de champán. Era el mensaje. Al poder sin cava. Debería haber más elecciones y podría haberlas pronto. Deberían prodigarse a la vista del domingo dominguero, feliz, de migas de pan y gorriones en el parque. De palomitas, chiquitos y votos. El estrés de marzo fue para la gente el día más tranquilo del siglo XX y eso que se predecía un seísmo. Un día de misa laica, en el que Dios, como diría el padre Arzalluz, nos cogió confesados. Y no es descabellado pensar que se repitan pronto. En dos meses, un año o en dos, como dejó caer González en el Palau Sant Jordi sin que los 300 marcianos se enterasen. Este hombre tiene efectos, pero le sobra sexto sentido.
Aznar está en victoria condicional y tendrá que buscar bisagras para abrir la puerta de La Moncloa. El pueblo no quería brindis con cava en nombre del poder. Para el PSOE, un azote cariñoso en el trasero. Para el PP, un apoyo sin claxon estruendoso y sin pisar, que hay cristales. Las nacionalidades recordando que España es un. mapa de colores que no se puede gobernar desde un castillo. El estrés de marzo se trata con sedantes. Nada de champán, que hoy es lunes y hay que trabajar.
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