De oca a oca
Uno: No se puede sacar uno con dos dados. De modo que no haga trampas, o, si las hace, entrénese antes mejor; lea periódicos. Esto no es para aficionados.
Dos: Por falta de ambición, regrese al punto de partida. Pero antes le quedan embargadas 9.105 pesetas por un impuesto de circulación que no pagó hace doce años. (No, no importa que el coche fuese el primer pago del que tiene ahora y que se cae a pedazos. No, la Seat no es responsable aunque fuera la compradora: adónde iríamos a parar si la Seat tuviera que responder de estas cosas. No insista: pague, ofrezca tabaco y deje jugar.)
Tres: Número cabalístico, aunque usted no lo sepa. En consecuencia, sométase a un gran terremoto de la historia, intégrese en una diáspora (puede elegir el motivo, hay muchos antecedentes), y permita que en el solar de su casa un concejal con complejos, un constructor sin escrúpulos y un arquitecto de moda construyan algo que salga en los medios. (No importa el motivo: lo que importa es que salga, que sea publicidad de alguien o para algo).
Cuatro: De oca a oca... Una serie seguida de quinielas acertadas en una liga irracional le permiten avanzar de clase media baja a clase media alta -es verdad que no hay muchas más posibilidades-, de modo que al fin llega usted al chalé adosado, la piscina comunitaria y las vacaciones en Marbella con la posibilidad de ver en la playa a los personajes del Hola: cierto, nada es perfecto.
Cinco: Mala suerte. Por culpa de este cinco inoportuno, tendrá usted que escuchar el himno del PP todos los días durante un mes después de las elecciones -sí: ese de chí, tachí, tachítatachí-, y además le será instalado en el salón de su casa, frente al sofá, uno de los chirimbolos de Manzano: un recogedor de pilas, por ejemplo. Sobre todo no se deprima ni se dé por vencido. Podría ser peor.
Seis: Esto, por ejemplo, es peor. Aquí el seis es para escarmentar a los prejuiciados. Por ambicioso y ególatra, queda usted condenado a ir durante el resto del juego en uno de los autobuses ciegos inventados por los publicidópteros con la complicidad de la EMT para torturar a los jubilados que andan derrochando en paseos la generosa pensión que les pagamos con nuestro esfuerzo.
Siete: Otro número cabalístico, o primo si se prefiere, qué le vamos a hacer. Tendrá usted que permanecer hospitalizado dos días en una de las grandes ciudadelas sanitarias de Madrid -La Paz, Ramón y Cajal, etcétera-, y además como enfermo de la Seguridad Social. Y será por una falsa alarma. Ahí está el refinamiento de! nuestros diseñadores: ni anestesiado ni dopado con medicinas, podrá lúcidamente enterarse y disfrutar de todo.
Ocho: De oca a oca, váyase usted a un cómodo cine en versión original y entre sin hacer cola en una excelente película que todavía no se haya puesto de moda. La sala, por tanto, no está todavía invadida por gente que confunde el cine con una merienda infantil, y usted va ligero de prejuicios, premios y adjetivos críticos de los que: hacen la vida fácil y ahorran pensar. Pero -todo sigue sin ser perfecto-, tráguese durante toda la proyección a un espectador tan privilegiado como usted que a cada rato lanza grandes carcajadas a la oscuridad.Nueve: Suspendido de coche, autobús y metro durante un mes, queda usted condenado a coger taxis con radio a las nueve de la mañana y a las seis de la tarde, y los miércoles y domingos por la tarde.
Diez: Premio. Es usted el primero de la clase. Previo paso por cualquier plató de televisión en el que haya gente mojada o comiendo en un plato con cucarachas, dé saltos de alegría por pasar una semana en una playa del Caribe con una Jane o un Tarzán. Pero recuerde: antes del domingo no se podrá divorciar.
Once: Primo. Durante un mes, lea libros y escuche discos de cafetería... (Habérselo pensado antes: esto es para gente recia).
Doce: ¡Dos seises!... Váyase preparando.
Trece: Por tramposo, al doce.
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