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La cumbre Europa-Asia perfila un calendario para consolidar el acercamiento político y económico

"Cada día somos más provincianos en un mundo cada vez más globalizado. Esta cumbre es un mensaje al mundo de que estamos dispuestos a trabajar juntos". Estas palabras del canciller alemán, Helmut Kohl, sintetizan bien el espíritu y el objetivo de la primera cumbre euro-asiática de jefes de Estado y de Gobierno, que concluye hoy en Bangkok. Como estaba previsto, el encuentro no servirá para tomar decisiones, pero sí para empezar un diálogo que para Asia tiene como principal objetivo aumentar sus cuotas de mercado comercial, y para Europa, extender su ideario político y social y abrir estos países a sus inversiones. Sólo el asunto de los derechos humanos quebró apenas la armonía.

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La organización tailandesa ciñó el guión de la cumbre a los intereses asiáticos: ningún orden del día, intervenciones de los líderes reunidos en torno a una agradable estancia acomodada con enormes sillones. Ni una mesa que pudiera separar. Ningún acuerdo que tomar. Sólo buenas intenciones. Para Asia (representada por Corea del Sur, China, Japón y los siete integrantes de Asean: Tailandia, Malaisia, Singapur, Filipinas, Vietnam, Indonesia y Brunei), estas buenas intenciones pasan por mejorar mercados y permitir así mantener el espectacular crecimiento de sus economías. Para Europa, consolidar los procesos democráticos y de instauración del modelo capitalista en algunos de estos países, acordar un marco reglado que permita incrementar sus inversiones y, a medio plazo, mejorar la situación de los derechos humanos tanto a escala política como social.El acierto de no obligarse a sí mismos a tomar decisiones trascendentes permitirá coronar con éxito esta primera cumbre. Los líderes de 25 países cumplieron con la tarea que se habían impuesto y el primer fruto ha sido la gestación de un calendario de próximas reuniones que ayudará a que todo esto no se quede en un primer paso dominado por la retórica. Un calendario que busca equilibrar el contenido político (reunión de ministros de Exteriores en 1997) con lo económico (cumbre de ministros de Economía en Tokio, seminario para empresarios probablemente en París, reunión de altos funcionarios en Bruselas para profundizar en la cuestión de las inversiones). Todo ello deberá permitir que la segunda cumbre, fijada para 1998 y que probablemente será en Londres, incluya quizá también a India, Pakistán, Bangladesh, Sri Lanka y que sea ya un foro de decisiones políticas que vaya más allá de las buenas intenciones.Europa ha venido a Bangkok con la lección bien ensayada. Todos los expertos aconsejan cuidar mucho las formas y fomentar la confianza como paso imprescindible para penetrar en Asia. Los Quince y la Comisión Europea lo cumplieron a rajatabla: todos se enfundaron las espectaculares camisas de seda con que les había obsequiado la presidencia para la cena familiar del jueves, todos tuvieron amables palabras con sus anfitriones asiáticos, todos intentaron no molestar más allá de lo imprescindible.El triángulo de ChiracPara Jacques Chirac la cumbre ha permitido "completar el triángulo con el vértice que faltaba: a Europa y América le añade Asia". Para Carlos Westendorp (que representó al presidente del Gobierno español, Felipe González), "Asia es más una oportunidad que un riesgo".Tampoco los asiáticos dejaron atrás la cortesía. "Mientras Europa se concentraba en su integración política y económica", dijo el primer ministro tailandés, Banharn Silpa-archa, sorteando así el tópico de la Europa fortaleza, "los países asiáticos han proseguido su crecimiento económico y su desarrollo. Ha llegado el momento de que saquemos provecho de las inercias internas en nuestra ambiciosa relación". Silpa-archa regaló los oídos de sus invitados al anunciar la disposición asiática a lanzar un plan de acción para clarificar las legislaciones en materia de inversiones. Una oferta que agradó especialmente al activo comisario Leon Brittan, que acaparó la voz de la Comisión EuropeaHubo menos armonía, aunque tampoco demasiada crispación, en el espinoso asunto de los derechos humanos. Las delegaciones negociaban anoche incluir una mención en la declaración final, aunque Asia -y más específicamente China- exigen como contrapartida que se aluda también al derecho de no injerencia en los asuntos de un país, un principio defendido por la ONU de la misma forma que el respeto a los derechos humanos. El problema entre Portugal e Indonesia por la situación de Timor oriental se salvé con bien para todas las partes: en una reunión bilateral de ambos países fuera. del marco de la cumbre.

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