Agua regia
Un embalse creado en tiempos de Felipe II, acoge a cientos de aves acuáticas en el sur de Aranjuez
La capacidad del hombre para transmutar en mierda todo lo que toca, cual reverso de Midas, sólo es superada por la capacidad de la naturaleza para medrar a pesar de la mierda, y disculpen la cacofonía. Que una laguna del sur de Aranjuez, una charquita acorralada entre la carretera de Ontígola, la vieja N-IV y la vía del tren, atesore una de las reservas de avifauna más boyantes de la región constituye un monumental corte de mangas que la Tierra nos brinda a los madrileños. Y el que no se dé por aludido es que tiene el amor propio de una anchoa.Fue en 1560 cuando Felipe II le dijo a Juan Bautista de Toledo que era menester represar el arroyo de Ontígola para proveer de aguas el jardín de la Isla. Pero al pobre arquitecto se le amontonaban los planos. Empecinado como estaba el soberano en hacer del Tajo un no navegable, y de Aranjuez la corniche de La Mancha, y de El Escorial la capital espiritual europea del XVII, a Bautista le dio un telele en 1563 y tuvieron que ser Gerónimo Gili y Juan de Herrera quienes finiquitaran la presa en 1572. Pues su rey ansiaba el mar, Mar de Ontígola le llegaron a llamar en la época.
Otros señores menos austeros e hidráulicos llegaron, y la que fuera concebida como mera obra de riego, con canales que han perdurado hasta nuestros días, se convirtió en lago de recreo (1635), con isleta para asistir a fiestas y cacerías, atarazana para falúas, jardín, plaza de toros y olé. En el siglo XIX se perdió Cuba, pero se recuperó la fe en los embalses, acometiéndose el dragado de éste para evitar que se colmara de lodo. En el siglo XX se perdió todo, menos la cochinería, y de no ser por la declaración in extremis de la zona como reserva natural, -junio de 1994-, el Mar de Ontígola se hubiese evaporado bajo una vistosa capa de escombros, coches abandonados y perros muertos.Precisamente un chucho fiambre, un Simca 1200 desguazado y un cartel que prohíbe el deporte nacional (desparramar cascotes) son objetos que uno puede catalogar a poco que husmee en la cuneta de la carretera de Ontígola, límite oriental del Mar, corroborando sus más negras sospechas sobre el futuro que le aguardaba a este lago. Pero como el excursionista no ha venido a levantar acta de defunción, sino de vida pujante y contumaz, procura hacer la vista gorda e internarse sin más preámbulos por la senda que la Agencia de Medio Ambiente tiene habilitada. Enclavado en la fosa del Tajo, entre colinas de grava y arena deleznable, el Mar de Ontígola define un oasis en el sentido literal. En medio de estas soledades donde sólo crecen matas cenicientas, la lámina verde del embalse, de dos kilómetros de perímetro, es un bullir de aves que buscan cobijo entre los juncos, cañas y carrizos de la ribera. Ánades reales, pollas de agua y zampullines chicos deambualan por este mar de bolsillo mientras que otras se dejan caer de Pascuas a Ramos, para invernar o en descanso migratorio: somormujo lavanco, pato cuchara, focha, porrón, cerceta, ánades friso, rabudo y silbón...
La nómina de especies es larga como la paciencia del excursionista que, provisto de prismáticos, comienza a discernir esos pequeños detalles que son la salsa de la naturaleza. Tan pequeños como mariposas, como la Zerynthia rumina y otros rarísimos lepidópteros que sobrevuelan la vecina finca de El Regajal, la cual ha sido incluida por eso mismo, junto con el Mar de Ontígola, dentro de las 636 hectáreas de esta reserva natural. Pero los terrenos de El Regajal son privados: otro detalle.
Zonas húmedas
Dónde. Aranjuez dista 47 kilómetros de la capital por la carretera de Andalucía (A-4), que es la vía más directa. Más ecológicos, empero, son los trenes de Cercanías (Renfe, teléfono: 328 90 20), con salidas de Atocha desde las 5.50 hasta las 23.55 horas, con una periodicidad de 30 minutos, aproximadamente. Al embalse se accede por la carretera de Ontígola (kilómetro 1), que arranca junto a la plaza de toros.Cuándo. El invierno, como ocurre en todos los humedales, es la mejor estación para avistar aves acuáticas. Rodear la laguna lleva menos de una hora, la excursión se puede completar visitando los jardines de Aranjuez (Oficina de Turismo, teléfono: 891 04 27).
Quién. La Agencia de Medio Ambiente (teléfono: 580 39 00) dispone de más información sobre ésta y otras zonas húmedas de la región.
Cuánto. El precio del tren, en fin de semana, es de 420 pesetas por trayecto; 365 de lunes a viernes. Un menú de órdago a la grande en el restaurante Asturiano II (Príncipe, 12; teléfono 892 40 40), con fabes, bacalao a, la vizcaína y fresones, sale por 1.450 pesetas.
Y qué más. Si el caminante desea contemplar algo más que agua y carrizales es imprescindible llevar prismáticos, catalejo o teleobjetivo.
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