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Aznar pone el acento en el valor democrático de la alternancia, y González, en el de la tolerancia

Ante las pantallas de la televisión, a sólo 24 horas del final de la campaña, los dos principales candidatos jugaron sus penúltimas bazas. José María Aznar aseguró una y otra vez que lo que España necesita es el cambio y subrayó la "normalidad democrática" que supondría la alternancia en el poder después de 13 años de Gobierno socialista. Felipe González optó por destacar otra virtud democrática: la tolerancia, que ve en peligro si gana la derecha. Aznar habló como si fuera ya presidente, pero González no se dio por vencido. "Creo que el Partido Popular no va a ganar las elecciones", aseguró.

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Uno detrás de otro, en entrevistas de tres cuartos de hora, los dos candidatos con opciones a presidir España mostraron dos estilos bien distintos: primero Aznar ofreció una seriedad extrema, sin concesiones ni al ataque personal ni a la ironía, aunque mostró su conocida dureza cuando le pareció oportuno; luego fue González, que anoche quiso subrayar su faceta didáctica, su afabilidad, que no le impidió vertir comentarios venenosos sobre su oponente.Anoche no hubo técnicamente un debate, según se encargó de destacar González en dos ocasiones -sus asesores "no se fían de la capacidad de debate del señor Aznar", dijo-, pero como ambos llevan ya semanas de propuestas y ataques, casi todos las ideas importantes de cada uno fueron respondidas de hecho por el oponente. Así, como Aznar basa buena parte de su camapaña en presentar la alternancia en el poder, el cambio, como lo más normal y democrático del mundo, González le respondió: "Aquí ha gobernado la derecha durante 200 años" y "aunque yo creo también en la alternancia", ésta "han de decidirla los ciudadanos, y yo les pido que esperen porque quedan muchas cosas por hacer".Extendiéndose en ese largo gobierno de la derecha, frente al que 13 años de socialismo en el poder considera que son poca cosa, González resumió los dos últimos siglos de historia diciendo que "España se perdió la pri mera revolución industrial por que la derecha no creía España" E igual sucedió con la segunda revolución. Durante el periodo socialista, sin embargo, "se ha producido un cambio de dimensión histórica, del que me siento orgulloso". Y remató: "No vamos a perder la revolución tecnológica. La vamos a ganar".La defensa de la tolerancia como virtud básica de la democracia, o más bien, la afirmación de que "hay síntomas preocupantes" de que la derecha va a traer la intolerancia fue el eje de la exposición de González, junto con la idea de que las leyes sociales como las educativas, la del divorcio o la del aborto han sido todas votadas en contra por el PP o su antecesora, Alianza Popular.Aznar contrapuso a esa acusación de intolerancia un gobierno "de mano tendida", de integración de todos los sectores sociales, de oferta de pacto, tanto para abordar los problemas autonómicos como los sociales. "La mayoría hay que utilizarla con actitudes conciliadoras", dijo, y tildó de "abominable" el "os váis a enterar" con el que, a su juicio, los socialistas abordaron su tarea de gobierno en 1982.

La posición de ambos políticos antes las fuerzas nacionalistas -CiU y PNV- fue radicalmente distinta. Pese a ofrecer una mano tendida a todos, Aznar se preguntó, refiriéndose a los nacionalistas: "¿A quién le interesa un Gobierno débil? Y resumió las aspiraciones de CiU en la demanda de 300.000 millones de pesetas. Frente a las exigencias particularistas llamó "al esfuerzo común de todos". González, por el contrario, situó como muestra de la intolerancia de la derecha las pugnas entre territorios que, a su juicio, ha propugnado. "Hay quien busca el enfrentamiento", aseguró. "Es una gran irresponsabilidad".

Uno y otro trataron de apoderarse de un concepto: la modernización de España. González se atribuyó el avance experimentado en la última década, aunque aseguró que "queda mucho por hacer". Amar pidió el voto también para situar a España en la modernidad, después de años de mala gestión económica.

Aunque no hubo apenas ataques directos entre uno y otro, Aznar no pudo por menos que llamar indirectamente embustero a González: "Yo no sirvo para engañar, a diferencia de otros", dijo.

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