Prohibido pensar
Desmiente Zaplana -algo así como Sostiene Pereira, pero en versión levantina- que tenga una hidrosauna en su servicio, y desde aquí quiero decirle que larnento haberme colado, dando orejas a quienes no iban imbuidos de verdad, pero añado que lo siento doblemente, pues no desdeño tener alguna vez la oportunidad de entrevistarle y, la verdad, no me sentarían riada mal unos cuantos meneos hidráulicos. Es más, hago un llamamiento a que la ponga cuanto, antes, pero con dineros propios. Ya que la campaña te da disgustos, al menos que te obsequie con un poco de espuma y lujo.Porque hay que ver lo que cansa esto. No sólo es el trajín de ir y venir, el de escuchar, el de tratar de discernir, el tener que catalogar insultos, el afilar el Ojo para desentrañar intenciones. Fundamentalmente, lo que fatiga son las promesas. Las elecciones son, por definición, el Período, de Promesa que no Cesa, y ya estoy empezando a sentirme harta de que, en la competición de ofrecimientos en la que todos los participantes colaboran con entusiasmo, digan los partidos que van a hacer que mejoren desde el cupo de cuajo para leche de vaca permitido por la Unión Europea, hasta la depilación automática de cejas a la cera -están buscando, para posar, a Isabel Pantoja y su madre-, pasando por la reincorporación del general Rodríguez Galindo, marqués de Intxaurrondo, a un puesto de responsabilidad en la lucha antitetánica. Digo yo que lo que agota es tener esperanzas -la cochina esperanza-, como dijo un sabio desengañado. Hablan y hablan y hablan, como si ninguno de ellos tuviera capacidad de olvido, como si cada uno de ellos no se aprestase, después de los comicios, a ser cabecita borradora, lo mismo para sus promesas que para sus amenazas.
Aparte de estas angustias que acabo de confiarles, lo que verdaderamente me aterra es el descubrimiento, tardío pero igualmente atroz, de lo mucho que se parecen Cipriá Ciscar y Gustavo Suárez Pertierra -el primero, vate retro oficial del PSOE; el segundo, su alevín por tierra, mar y aire, como el propio González no duda en calificarle cuando coincide con él en un mitin-, tanto en su blanca melena como en su blanca languidez. Señor, qué ganas tengo de que vuelva el Hombre.
Ciscar, en carta abierta a Mariano Rajoy -Dios me libre de insinuar que él es el Hombre que tiene que volver-, prácticamente cubre toda la plana principal de España en positivo, un boletín diario que el PSOE, con más voluntad que gracia, saca todos los días para alentar a las mesnadas. El panfleto cuenta con una inapreciable colaboración que me ha dejado al borde de cumbres borrascosas: la "tribuna libre", obra del candidato al Congreso por Huesca, Víctor Morlan, titulada Vivienda para todas, vivienda para jóvenes. La letra es suya, y la música, de Magoya (ver tango que reza "Andá, contáselo a Magoya..., estamos hasta aquí de cuentos chinos").
Decía arriba que lo peor son las promesas: pero aún hay un más inri. Y es la forma, completamente necia, con que cada dirigente de los dos partidos principales en liza sigue las consignas que lanza el Líder imbuído de turno. Aquí se repite todo cual papagayo: desde el por qué hicimos el vídeo de marras hasta el por qué han hecho ellos el dicho video. Es bien difícil encontrar un pensamiento original. E incluso un pensamiento.
Mejor dicho, no es difícil: sino imposible.
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