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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Clinton gana en Iowa

EL PORVENIR de la candidatura republicana a la presidencia de Estados Unidos no se ha aclarado tras las primarias (caucus) de Iowa. El senador Bob Dole mantiene sus esperanzas gracias a una victoria esperada, aunque muy. ajustada, sobre el ultraderechista Pat Buchanan (26% frente a 23%) y el más moderado Lamar Alexander (18%). La primera consecuencia que cabe ex traer con vistas a las más significativas primarias de New Hampishire, a celebrar el martes próximo, es que Dole es un candidato que, aunque lograra la designación republicana, despierta escaso entusiasmo. No le basta con ganar en lowa, Estado rural muy apropiado para su pragmatismo de derechas.. En 1988 obtuvo', allí una victoria más convincente sobre Bush. No le . sirvió de nada. Se hundió en los Estados industriales. Del caucus de Iowa se deduce también que la extrema derecha, representada por Buchanan, llegará con un puñado de compromisarios a la convención republicana. Si bien es improbable que obtenga la candidatura, su posición influirá en los demás candidatos, derechizándolos a todos. Se comprueba asi mismo que Lamar Alexander tiene cierto gancho como cara nueva ante el electorado. Por último, se desprende de esta primera confrontación que el dinero no lo puede todo. El multimillonario Steve Forbes, que se gastó una fortuna en anuncios de televisión para descalificar a sus rivales, ha perdido rápidamente fuerza. Hay republicanos que suenan con una convención bloqueada en primavera, en la que ningún candidato alcance mayoría suficiente y se desencadene un movimiento para pedir al general retirado Colin Powell que cambie de opinión y acabe optando a la presidencia. Si no es así, y el escándalo Whitewater no hiere de muerte a su candidatura, el demócrata Bill Clinton podría lograr una reelección sorprendentemente fácil. Los republicanos, que hace unos meses parecían tener el viento de cara con su ofensiva de moralización pública y ahorro en un Congreso que dominan, y a la que daba rostro el actual no candidato Newt Gingrich, se interrogan hoy sobre cómo derrotar a un presidente al que hace poco creían ya vencido. Divididos, y posiblemente secuestrados por una derecha radical y ultrarreligiosa, pueden acabar espantando al elector moderado, tan necesario o más para llegar a la Casa Blanca.

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