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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Zimmermann y la voz hermosa de la viola

Con sesenta años de vida y una actividad internacional creciente, la Orquesta Sinfónica de Jerusalén ofrece espléndidas posibilidades de calidad y brillantez, como lo ha demostrado en su presentación madrileña. La dirige, desde 1993, David Shallon (Tel Aviv, 1948), formado en Viena con Swarowsky, y está ca-. sado con T abea Zimmermann, lafabulosa concertista de viola.Pocas voces instrumentales alcanzan la belleza de la viola si suena en manos de una extremada virtuosista y una música tan noble y comunicativa como la de Tabea Zimmermann. Protagonizó, con verdadera maestría, Haroldo en Italia, que Berlioz compusiera para Paganini y éste jamás tocara. Son cosas de los divos: Pablo Casals murió sin estrenar el concierto que le compusiera Schoenberg, y Arturo Rubinstein se sintió desilusionado con la Fantasía bética, de Manuel de Falla, pues esperaba algo así como una Danza delfuego más desarrollada.Matices

Ibermúsica-Caja Madrid

Orquesta Sinfónica de Jerusalén. Director: David Shallon. Solista: Tabea Zinirnermann. Obras de Leef, Hindernith y Berlioz. Auditorio Nacional. Madrid, 13 de febrero.

Lo cierto es que la sinfonía poemática de Berlioz es tan hermosa como hondamente representativa del más puro sentimiento romántico. Apoyada en Byron, no se ciñe estrictamente a La peregrinación de Childe Harold, del poeta y narrador londinense. La imaginación orquestal de Berlioz fue realmente sorprendente, y en Haroldo se recrea tanto en los matices leves y en la escritura transparente como en los efectos grandiosos. La Marcha de los peregrinos suena como un prodigio de simplicidad, y la transfiguración de los músicos populares de los Abruzzi, los pifferari que todavía podemos encontrar en Roma por el tiempo de la navidad, admirable. Tabea Ziminermann, con su sonido potente, seductor y enorme mente afectivo, hizo prodigios de poética musical, y el maestro y su orquesta colaboraron con magnificencia y estrecha identificación.Antes escuchamos esa curiosa Metamorfosis sobre temas de Weber, escrita en 1943, durante su exilio americano, por Paul Hindemith, con ese dominio técnico que le caracterizó y sin rehuir ciertos rasgos de ironía, como cuando trata un tema chino que ya aparece ejemplificado en el diccionario de Roseau.El concierto comenzó con una partitura. escrita por Y1nam Leef para el trimilenario de la ciudad de Jerusalén y titulada Visions of stone city. Son pentagramas de raíces entre místicas y poéticas, inspirados en textos de Zelda, que revelan una sensibilidad tan refinada como el lenguaje y los procedimientos que de ella se derivan. La orquesta de Jerusalén, su maestro y la solista recibieron larguísimas ovaciones, que hicieron imprescindibles las obras fuera de programa.

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