La guerra por el agua no acaba con las lluvias
Alcalde de Aspe (Alicante)Ama de casa de Hinojales (Huelva)Agricultor de Vivares (Plan Badajoz)
Las lluvias de este invierno han llegado los pantanos y han alejado por fin las restricciones de agua que ha padecido durante varios años buena parte de España. Es una feliz aportación de la naturaleza que resuelve el problema sólo por un tiempo y sólo en apariencia, porque el clima de la Península no va a cambiar y la sequía, más temprano o más tarde, volverá a ser pertinaz. Las guerras entre regiones por los trasvases de las cuencas excedentarias a las deficitarias siguen ahí. Y un nuevo factor fricciones va a ser sin duda el incremento de tasas por el consumo de agua, en el que están de acuerdo tanto socialistas como populares. El agua no tiene, en sí misma, precio, y las fuerza políticas aseguran que eso seguirá siendo así en el futuro. Pero llevarla hasta el usuario sí tiene unos costes que el Estado cada vez está menos dispuesto a cubrir.
El mismo día que el rey Juan Carlos firmó una ley con la adopción de medidas urgentes para reparar los daños de la sequía -15 de enero pasado- el ministro de Obras Públicas, José Borrell, elevó un informe al Consejo de Ministros sobre el impacto del temporal de lluvias registrado en los dos meses anteriores. Paradojas del clima español. Después de un periodo de sequía de cinco años, en dos meses ha llovido de golpe lo que se había deseado a lo largo de todo el lustro. Las pérdidas del episodio seco, uno de los más prolongados del siglo, se estima que han rebajado en un punto el crecimiento del producto interior bruto (PIB) del año pasado. Las primeras evaluaciones de los daños causados por el temporal se acercan a los 100.000 millones de pesetas, además de una docena de víctimas mortales.
Con el agua que ha escurrido en des meses sobre las cuencas del Guadiana, el Tajo, el Duero o el Guadalquivir se habrían Illenado todos los embalses de España. En zonas fronterizas con Portugal, los episodios de lluvia torrencial llegaron a desviar hacia el país vecino por el cauce del Tajo 4.300 metros cúbicos por segundo. Con un caudal así durante un día, Murcia resolvería su demanda de un año.
Pero un año antes por las mismas fechas la situación era radicalmente distinta, impropia de un país que pretende situarse entre los diez primeros del mundo. Todas las capitales de la mitad sur padecían un severo racionamiento de agua: Málaga y su turístico litoral, Sevilla, Jaén, Granada, Cádiz,, Toledo, Ávila, Ciudad Real, hasta afectar a más de 12 millones de personas. Ninguna de ellas permitirse el lujo de tomarse una ducha al anochecer. Estaba prohibido.
. Durante este periodo de sequía, las obras de emergencia para cubrir deficiencias de abastecimiento han consumido casi 100.000 millones de, pesetas, entre alquiler de buques cisterna y el tendido de conducciones. Nada de ese coste ha repercutido aún en los usuarios, acostumbrados a no disponer de contadores individuales y a pagar unas tarifas que no se aproximan ni a la mitad de lo que cuesta disponer del agua y tratarla.
El escenario era pintiparado para debatir el Plan Hidrológico Nacional (PHN), en opinión de Enrique Cabrera, catedrático de Mecánica de Fluidos de Valencia. Se torpedeó la presentación del PHN con la exigencia de que deben aprobarse antes los planes de cada cuenca y debe ir acompañado de un plan de regadíos (aprobado el pasado viernes por el Gobierno). La anticipación de las elecciones y la lluvia han aparcado el debate para otra ocasión.
Ramón Berenguer Prieto
El viernes de hace dos semanas, cuando toda España evaluaba las pérdidas por inundaciones, los vecinos de Aspe salieron de rogativas, un recurso para reclamar la lluvia que no es del gusto del alcalde, Ramón Berenguer Prieto. El apuesta por el Plan Hidrológico Nacional, quen pondría fin a la sed en la comarca del Vinalopó. Con 17.000 habitantes dedicados a la industria del plástico y la uva de mesa, Aspe necesita. más agua.Vive de unas obras de emergencia que le proporcionan un hectómetro cúbico para el consumo y un enganche provisional a la mancomunidad del Taibilla.Los agricultores de la uva de Navidad perforan pozos a 500 metros y sacan agua con dos gramos de sal a 90 pesetas el metro cúbico. También reciben agua reciclada de los vertidos de Alicante. Aun así, en los últimos años han arrancado 2.500 hectáreas de sus cepas.
María González Sánchez
En Hinojales, como en otras muchas poblaciones de la serranía onubense, la falta de agua ha causado estragos. Disponían de una hora de agua cada tres días, aunque no sea tina zona proclive a las sequías. Los alcornocales y las encinas del campo cobijan y alimentan a los preciados cerdos ibéricos. María, González Sánchez gobierna su casa y un bar, donde el agua es una herramienta de trabajo. "Desde no me acuerdo cuándo", dice, el racionamiento ha impedido lavar a máquina la ropa y los servicios del bar.Hasta que las lluvias recientes han inundado la provincia, los hombres han tenido que desplazarse a la búsqueda de manantiales y transportar el agua en garrafas. Hinojales ha batido la marca de racionamiento (le agua en toda andalucía. De haber continuado la seguía, sus consecuencias habrían do fatales.
José Ángel Calza
Las tierras que cultiva José Ángel Calza valen ahora más del doble que hace dos meses. Se pagaban a millón de pesetas la hectárea; ahora 2,5 millones. El embalse de Orellana que riega el municipio ha permanecido por debajo del "mínimo vital" -es decir, vacío- durante los últimos tres años.Las diez hectáreas que José Ángel Calza (3,7 años) cultiva desde niño las heredó de su padre, titular de una de las parcelas de la colonización. En ellas crecían tomates, arroz, maíz, por valor de dos millones de pesetas suficiente para sostener a una familia con dos chiquillas.
Con la sequía vio forzado a converti sus tierras en secano en secano, de modo que la renta se redujo al 15% de lo que ganaba. De no haberse recuperado Orellana con las aportaciones de las pasadas lluvias, Ángel se habría planteado dejarlo todo y emigrar.
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