Las decisiones son políticas
Si aprovechar el agua que discurre por la superficie es básico para conjugar los déficit, no lo es menos la que se oculta bajo el suelo. Un hidrogeólogo como Ramón Llamas sostiene con vehemencia que los mejores depósitos para almacenarla son los subterráneos: no requieren mantenimiento y no se evapora. Ese es su terreno. Sus adversarios le achacan la sobreexplotación de los acuiferos de La Mancha por haber jaleado la existencia de un gran mar sumergido bajo la meseta.Para Agustín Navarro Alvargonzález o José Antonio López Geta, coautores del Libro Blanco de las aguas subterráneas, el abastecimiento de más de 12 millones de españoles depende del agua de esta procedencia, así como la mitad de los cultivos que se riegan en España (más de dos millones de hectáreas).
La escasez de líquido disponible en superficie ha conducido a la sobreexplotación de la mayoría de los acuíferos que, como señala el propio Libro Blanco, arroja un déficit de 710 hectómetros cúbicos anuales. Hidrogeólogos e hidrólogos comparten el criterio de que las aguas subterráneas son un recurso estratégico a mimar, para disponer de él con cuidado y en situaciones de emergencia, como durante la pasada sequía.
La solución a los déficit estructurales de agua que padece todo el arco mediterráneo y zonas localizadas del interior viene expuesta en el propio Plan Hidrológico: los trasvases desde las cuencas excedentarias, que las hay. El problema de las transferencias no es técnico. Sí ambiental y, fundamentalmente, político.Los trasvases
Para Martín Rebollo, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Cantabria, la trascendencia de los trasvases radica en saber "dónde sobra y cómo se miden los excedentes, porque decir que sobra es dibujar un diseño congelado de las necesidades de futuro". La dificultad de hacer una foto fija se pone claramente de manifiesto en regiones como Aragón, donde todavía sigue vigente una ley de regadíos de 1915, heredada de Joaquín Costa y los regeneracionistas del siglo XIX. Los regionalistas aún reivindican hoy día las obras diseñadas en aquella ley.
Mientras llueve y hay abundancia de agua, los trasvases son un problema secundario. Cuando el agua falta, ¿en qué medida disminuyen las garantías de las concesiones en los territorios excedentarios? Esa es la clave de los trasvases. Una clave que debe ser resuelta, según Martín Rebollo, no en términos racionalistas y lógicos, sino en foros donde sé articulen fórmulas políticas de consenso con la participación de las autonomías, el Estado, los Ayuntamientos y los usuarios.
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