Sexto Tour, kilómetro cero
Pese a todos los rumores que circulan, Miguel Induráin no cambia
El aparato es sencillísimo. Diabólico en su simplicidad. Una bicicleta normal sobre un rodillo en el improbable escenario de un hotel de Mallorca. Apenas destacan los cables que la conectan a un par de ordenadores ante los cuales el fisiólogo italiano llario Cazoni y sus dos ayudantes de la universidad de Ferrara -Nicola Alfieri y Marcello Lodi- introducen datos. Otro fisiólogo, Iñaki Arratíbel, que seguirá al Banesto todo el año, observa detenidamente. Eso es la alta tecnología del ciclismo. Eso es el test Conconi modificado. Miguel Induráin se somete para dar ejemplo a sus compañeros. Sus verdaderas pruebas las hará dentro de 20 días en Vitoria, con Sabino Padilla, su médico de siempre. Son sus primeras pedaladas hacia el sexto Tour. Tan tranquilas como si buscara el segundo, el tercero, el cuarto o el quinto.Induráin no ha cambiado. Lo dicen sus compañeros, directores, mecánicos y masajistas. Los años -cumplirá 32 en julio- sólo los nota porque a su cuerpo le cuesta un poco más rendir al máximo. Necesita más kilómetros para afinar la forma. Su cabeza sigue en su sitio. Cuando entra en acción sólo la dedica al ciclismo. 100% sobre ruedas. No existen ni su hijo recién nacido, ni su mujer, ni la agradable vida de pueblo. "No te creas que se queja como los demás o dice que ojalá estuviera en su casa ", cuenta su compañero Ramontxu González Arrieta. "El Tour es suyo. Tiene más cilindrada y más caballos que nadie. Y todos los que hablan ahora, se callarán cuando empiece a funcionar el soplete en los Pirineos".
Cazoni coge una especie de pinzas gigantescas y pellizca a Induráin en los hombros y en la espalda. Le mide el porcentaje de grasa. Ahora supera el 10%. En julio, durante el Tour estará entre el 6 y el 10%, la medida ideal. Induráin está gordo -anda por los 87,5 kilos-, pero así siempre está tras el invierno. También Olano está gordo. Se ve porque su nombre sobre la barra de la bicicleta está medio borrado por el roce de los muslazos.
El peso es el elemento fundámental. La piedra filosofal de los científicos de Ferrara. "un Clio con un motor de Clio vuela en las cuestas, pero ¿cómo va un Reanault 25 con un motor de Clio?".
A Cazoni le encanta la metáfora. Una figura que explica a todos los corredores. Pero Induráin es la excepción a la norma. La norma de que cada corredor desarrolla una fuerza de seis watios por kilo de peso no va con él. Es el único corredor de más de 75 kilos que domina la escalada. Aun así, cada gramo de grasa que pierda es una necesidad. Mucho espagueti al natural y filetes a la plancha.
Luego Induráin se coloca dos pulsómetros en el pecho -para evitar malas lecturas- y se sube a la bicicleta estática. Un monitor le dice lo que tiene que hacer. Cuando pedalea Induráin, el roce de la rueda hace el ruido que podría hacer un generador eléctrico. El test comienza. Primero lento. A 60 pedaladas por minuto. Cada 30 segundos, el monitor aumenta la cadencia en un punto. Así, 20 minutos: La cadencia llega a 100. Induráin suda a chorros. Poco después se le pide el frenesí. Un sprint desesperado hasta la exhaución. La hoja de cálculo del ordenador de Cazoni emite su fotografíia: una gráfica -datos secretos- que mide las pulsaciones del corredor y la fuerza desarrollada, los watíos. Su famoso umbral anaeróbico.
Para completar la fotografía del deportista, Cazoni se lleva a Induráin el día siguiente a subir un puerto. Una cronoescalada sobre 10 kilómetros con un desnivel del 5,75%. Cazoni tiene en cuenta la talla y el peso de cada corredor.
Con las fotografías en la mano, Cazoni planifica el entrenamiento. A Cuántas pulsaciones debe correr el corredor -el famoso entrenamiento de calidad- para mejorar. "La fórmula de entrenamiento es mi secreto, no me la pregunte", dice Cazoni. El terreno del mito"
Induráin es, curioso. No lega a los excesos de Casero, que lleva en un disquette todos los entrenamientos, pero le interesa todo lo que le pueda hacer mejorar. Mira y aprende, pero el estado de sus piernas seguirá siendo el mejor indicador de su forma. Su fotografía se la hacen sus sensaciones.
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