Lo siniestro
Ya tenemos las fotos del joven Aznar y su familia, así que hemos podido verle posando a los 17 años junto a un transistor, qué se le va a hacer, y una botella de cerveza. También hay un gato encerrado, pero el que está triste y azul no es el animal, sino José María, quien en un cuestionario Proust, confirma que éste es su color. Lo sabíamos. También que el rasgo principal de su carácter es la serenidad y que la cualidad que prefiere en uña mujer es que sea mujer: tiene aficiones redundantes. ¿Es preciso que pasemos por todo esto? ¿Acaso no puede ganar este señor las elecciones y ser presidente de su país sin que tengamos que contemplar la evolución ideológica de sus pelos y señales?A mí, entrar en la intimidad de José María Aznar me produce la inquietante impresión de invadir una casa ajena, aunque familiar. Cuando veo esas fotos, la memoria olfativa me devuelve los efluvios de la sopa de pescado y el tufo de las acelgas rehogadas para la cena de derechas de toda la vida. Y si cierro los ojos, puedo ver el cuarto de baño con la bata austera de la madre colgada detrás de la puerta y el frasco de fijador sobre el lavabo. En el aire, una mezcla de Varón Dandy y laca, cuyas partículas llegan a la nariz teletransportadas por la caspa reinante en suspensión. En el pasillo se escucha el canturreo de la chica del pueblo que vino del pueblo a servir a estos señores tan católicos.
Me gustan mucho los libros de fotografía, incluso tengo uno sobre Kafka. El problema de la intimidad aznareña es que resulta demasiado familiar para el español medio, y o familia r, ya lo decía Freud, es lo siniestro. O sea, que podían hacer una campaña normal con imágenes de ahora y un programa moderno, aunque sea falso. Pero que no salga de primera comunión porque da miedo ver a la velocidad que va s al sitio del que veníamos. Gracias.