Vecinos, aliados, enemigos
Vecinos porque lo quiso la geografía, aliados en la OTAN por la lógica de la posguerra mundial, enemigos por la historia y el presente, Grecia y Turquía desentierran de cuando en cuando el hacha, por el momento verbal, de la guerra.Chipre, una isla que todos los griegos consideran griega, partida en dos desde julio de 1974, con un ejército turco ocupando el tercio norte, es la gran espina clavada en el corazón de cuantos Gobiernos ha habido en Atenas desde entonces.
El Egeo, un mar con miles de islas, de las que sólo dos (Imroz y Tenedos), en la boca de los Dardanelos, son turcas sin disputa, es el otro gran foco de conflictos. La amenaza griega de aplicar la ley del mar y ampliar su jurisdicción, lo que Ankara consideraría casus belli) y la disputa sobre la explotación de la plataforma continental han hecho calentar motores de combate en más de una ocasión.
La antigua Yugoslavia, que en buena medida fue parte en el pasado (como Grecia) del Imperio Otomano, no es ajena a este choque de pasiones e intereses. Atenas ha sido el principal aliado de Serbia, incluso apartándose de la línea común de la Unión Europea.
Ankara ha estado desde un principio al lado de sus hermanos musulmanes de Bosnia-Herzegovina. Grecia mira cuanto ocurre en los Balcanes con el temor sempiterno a una pinza con la que Turquía y sus aliados puedan estrangularla.
Las clases políticas de ambos países, y a su rebozo las respectivas opiniones públicas, tienen una peligrosa tendencia a sacar de madre cualquier incidente y a evocar de forma temeraria el fantasma de la guerra.
'Espíritu de Davos'
En 1988, Andreas Papandreu y Turgut Ozal intentaron romper esta dinámica. En enero de ese año, en Suiza, ambos inventaron el espíritu de Davos, un espíritu de reconciliación y cooperación. En junio, en Atenas, se celebró una cumbre oficial que pretendía abrir una nueva era. Pero se quedó en nada. Papandreu dijo que "veía una luz al final del túnel". Vio mal. O el tren sigue aún en el túnel. Se habló entonces de cumbres semestrales. Pero no hubo ninguna otra. Sólo encuentros informales.Ahora, en Grecia hay un nuevo primer ministro, Costas Simitis, que releva al enfermo Papandru. Y Turquía, tras unas elecciones que ganaron los islamistas sin mayoría absoluta, tiene un Gobierno provisional, presidido aún por Tansu Çiller, mientras los partidos llevan cinco semanas buscando una coalición que cada vez parece más imposible.
Mal momento para aventuras exteriores. O el mejor, según como se mire. Aunque el motivo (o el pretexto) sea un islote deshabitado, de apenas 500 metros cuadrados, de cuyo nombre (turco o griego) pocos (griegos y turcos incluidos) habían oído hablar hasta ahora.
Dicho sea, todo esto, desde fuera. Porque, en aquella frontera caliente, ambos bandos creen que están en juego el honor y la soberanía nacionales.
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