El asesino confeso de Rabin interroga por sí mismo a los testigos de la acusación
Aviv si el proceso de Yigal Amir, el asesino confeso de Isaac Rabin, produce sorpresas es únicamente por la actitud fría y casi distante del acusado, que tras el abandono de sus abogados lleva prácticamente por sí solo el peso de su propia defensa. Amir interrogó ayer a los testigos de la acusación en un tono neutro, como si no fuese él sino un extraño quien comparece ante el tribunal.Los abogados defensores han ido retirándose del caso. Primero fue Mordekhay Ofri, a quien siguió después Avi Richtman, que defendía a Hagay Amir, hermano de Yigal, coacusado en el crimen.
Las razones de estas dimisiones son la ausencia de remuneración adecuada, ya que la familia Amir no tiene medios y el dinero ofrecido por el millonario judío canadiense Sam Spodek tarda en llegar, y la intención de éste, un judío ortodoxo ultranacionalista, de transformar el caso en un proceso político. El tribunal designó ayer a un abogado de oficio para sustituir a Ofri. Se trata del conocido jurista Abrahán Pachter.
El policía Yoram Rubin fue el último testigo de la acusación en comparecer ayer. Rubin no logró dominar su emoción. Durante su declaración evitó mirar al acusado y se dirigió únicamente a los jueces. Recordó cómo se arrojó sobre Rabin para protegerle cuando sonó el primer disparo.
La línea de la defensa, según la cual él no tuvo la intención de matar a Rabin, está en contradicción con lo expuesto por varios testigos. Así, el oficial de policía Mordehay Naftali dijo que Yigal le propuso tomarse una copa después de saber que Rabin había muerto. Un experto aseguró que las balas de nueve milímetros disparadas contra el primer ministro fueron manipuladas para causar el máximo destrozo.
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