Espiral del disparate
A AZNAR le preguntaron si en caso de ganar las elecciones pensaba impulsar una nueva comisión de investigación sobre los GAL. Dijo que no, que quena pasar esa página cuanto antes, y se le han echado encima. En primer lugar, los profesionales de la rasgadura de vestiduras, que como antes a Ruiz-Gallardón, le han acusado de tibio por negarse a perseguir a los socialistas más allá de la derrota. Luego, algunos políticos professionales de la oposicion, como Julio Anguita y Rosa Aguilar, que le han acusado de cuestionar el Estado de derecho y de preparar una ley de punto final. Pero también vanos importantes dirigentes socialistas, incluyendo dos ministros, que reprochan al líder del PP su inconsecuencia. ¿Qué querían: que para ser coherente dijera que pensaba meterles en la cárcel? Aznar hizo bien en no ir por ese camino, incluso si con ello desobedecía a los estrategas de la venganza sin fin y defraudaba a los amantes de las emociones fuertes.Ni Amar ni ningún otro político puede interrumpir los procedimientos judiciales en curso, indiferentes a los cambios de mayoría, ni aprobar una amnistía, excluida expresamente en la Constitución. Pero el líder del PP, y así lo subrayó ayer su partido, no ha hablado de leyes de punto final ni de interrumpir procesos judiciales. La causa sigue su curso en el Supremo, como ayer mismo se puso en evidencia con el procesamiento de Barrionuevo, y ésa debe ser la instancia que establezca las responsabilidades criminales.
Otra cosa es una comisión parlamentaria de investigación. Esta examina eventuales responsabilidades políticas, que se sustancian en su caso mediante la dimisión. En la hipótesis planteada a Aznar, con los socialistas fuera del Gobierno, tal cosa carecería de sentido. Sobre todo, significaría entrar en una dinámica perversa en la cual el Gobierno entrante investiga al saliente para criminalizar a quienes ya son oposición. Sólo desde la irresponsabilidad puede auspiciarse tal dinámica.
Resulta finalmente significativo que la única voz que en el PP ha contradicho a Aznar, asegurando que se había expresado- mal, haya sido la del diputado Federico Trillo: el mismo que en el Congreso del. PP rompió el tono general de moderación para exigir de manera sinuosa que Felipe González explique "de dónde ha salido" el dinero con el que pagó el chalet de su propiedad. Se sabía que el sectarismo es contagioso. Además, propicia el disparate. Y éste tambien es contagioso.
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