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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Votó Palestina

LAS ELECCIONES celebradas el sábado en Palestina son, sin lugar a dudas, un hito en la historia de Oriente Próximo y de la diplomacia mundial. Que en esas ciudades y pueblos que durante años han sido escenario de la Intifada aparezcan colegios electorales y los votos sustituyan a las piedras es una señal de que, a pesar de todas las dificultades, el futuro de democracia y paz no está cerrado para ese pueblo que nunca ha conocido la primera y que vive desde hace décadas en práctico estado de guerra.La arrolladora victoria de Yasir Arafat no es ninguna sorpresa. Como máximo representante palestino en este espectacular proceso de paz que comenzó con la Conferencia de Madrid hace tres años, ha cosechado más de un 80%, de los votos emitidos, según los resultados provisionales. La participación ha sido cercana al 70%, salvo en algunas ciudades donde incidentes diversos con colonos y policía israelí disuadieron a muchos palestinos de ejercer el voto.

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Arafat utilizará su aplastante victoria electoral en Palestina para reforzar el proceso de paz

El número de inscritos en el censo superaba el millón, lo que indica, como la propia participación -sobre todo si se tienen en cuenta los enormes obstáculos que se han puesto a los preparativos de las elecciones-, una voluntad muy generalizada de par ticipar en ese acto fundacional de una vía democrática y un apoyo masivo y explícito al proyecto negocia dor frente a los defensores de la violencia. Dicho todo esto, está claro que estas elecciones, precisamente por extraordinarias, están lejos de la normalidad democrática.

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Yasir Arafat se sabía seguro de ser elegido por abrumadora mayoría como jefe del futuro órgano ejecutivo palestino. Y sin embargo, no sólo ha exagerado el carácter plebiscitario de la campaña, sino que ha utilizado su poder para adecuarla a sus propios intereses y no ha escatimado maniobras para evitar cualquier posibilidad a sus rivales. Es un hecho que ha limitado severamente el pluralismo durante la campaña.

Se lo han facilitado los principales grupos opuestos a Arafat con su boicoteo de los comicios. El Comité Ejecutivo (con Arafat a su cabeza) y el Consejo Legislativo de 88 miembros que salen elegidos dispondrán de una autoridad democrática sin precedentes en la nación palestina. Y la democracia se aprende practicándola.

Los condicionantes de todo tipo que todavia impiden hablar de paz y estabilidad en la zona no desaparecerán hoy; pero la existencia de una autoridad legitimada por las urnas, y no por las armas, la historia o el destino, es condición para avanzar en el proceso de paz. Las irregularidades habidas son parte de las graves dificultades que conlleva fundar una democracia donde ha reinado tanto tiempo la violencia. Los obstáculos a una paz auténtica siguen siendo ingentes. Pero Palestina y el mundo han de felicitarse de todas formas por unos comicios que hace tan sólo unos años parecían más lejanos que cualquier utopía.

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