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BUSCAN UN AMIGO

Un centenar de perros abandonados o maltratados esperan en un albergue a que llegue un nuevo dueño

San Antón bendice cada 17 de enero mascotas y brutos. El resto del año, los animales abandonados sobreviven gracias a algunos ángeles de la guarda que tratan de encontrarles un hogar. Algunos perros añoran tanto el calor de los humanos que no dudarían en cruzar 500 kilómetros de los Balcanes en busca de su familia perdida, como hizo recientemente un ejemplar durante la guerra de Bosnia. Este reportaje muestra algunas de esas historias de amor perruno despechado por corazones de hielo. Varias asociaciones de amigos de los animales regalan una segunda oportunidad a estos huérfanos de los hombres que, mientras llega un nuevo amo, esperan entre sonrisas y mimos.

Biografías con pelos y señales

El coro de la jauría entona sinfonías del abandono. Nadie puede descifrar en sus corcheas las penas que arrastran. Perra vida. Pero las solas miradas del centenar de canes recogidos en el albergue de la Asociación Nacional de Amigos de. los Animales escriben la letra de una canción repetida. La épica canina habla de vertederos donde alguien arrojó a un cachorrillo, de la carretera que los aterrorizó, de la soledad del páramo al que un amo, que no amigo, confié su pérdida.Los perros comen, enferman, muerden jerséis de cachemir, orinan, defecan, juegan, ladran. Y, ellos sabrán por qué, aman profundamente al hombre. Aunque los abandonen y les llenen el cuerpo de señales. Tanto, que anhelan otro dueño pese a sufrir la expulsión del paraíso que el divino humano les dejó conocer.

Dos hermanas, Pilar y Beatriz del Cañizo, se encargan de gestionar el albergue junto con otros socios; fundaron hace dos años una asociación para luchar contra los abandonos y remediar los que puedan. Y primero, lograron que el Ayuntamiento de Alcobendas les encargara la recogida de perros abandonados en el municipio; y luego una ayuda de la Comunidad, que les acaban de cancelar. Ahora hacen malabarismos para conseguir dos toneladas de pienso al mes, pagar 200.000 pesetas de alquiler del terreno, cumplir con los sueldos de María y su marido -los guardeses- y llevar medicinas: en total, nueve millones al año que sufragan con aportaciones de socios y colaboradores.

Cada sábado reciben en el albergue a los candidatos -escasos- a adoptar un perro abandonado. En la espera, que a veces . dura meses, María, una gallega de 56 años, vive con los perros sus buenos días y. sus malas noches; los limpia, bautiza, alimenta, medica y acaricia. Para llevarse un cande esta perrera -donde, a diferencia, de las municipales, no se sacrifica a ningún animal- hay que mostrar buena disposición y entregar 5.000 pesetas, más 2.500 por las vacunas y el chip de identificación obligatorio (el precio de coste). Se llevarán perros limpios y sanos. Las1embras se esterilizan para evitar más camadas abandonadas y embarazos indeseados en el albergue. Todo son garantías. Pero, aun así, algún dueño los devuelve a la perrera.Asociación Nacional de Amigos de los Animales. Información: 372 10 29, 314 44 11. Donativos en la cuenta número 0103 0388 110100001279.

Intentaban ahogarle en el Manzanares

Negro y fino como un guerrero africano, Río es casi un cachorro. Un solo año de vida le ha bastado para conocer el lado más oscuro de la condición humana. La casualidad le. rescató de unas aguas que iban a ser su tumba.Un hombre conducía por la M-30 cuando vio a un niño, que no aparentaba más de 12 años, en la otra orilla del Manzanares.

¿Qué hacía? Se detuvo y, de ribera a ribera, preguntó al chiquillo qué estaba haciendo agachado sobre el agua. "Estoy ahogando a un perro", contestó el chaval.

¿Cómo era posible semejante barbaridad? "Es que tiene cáncer y nos va a contagiar a toda la familia" argumentó el niño.A Río le, sobró cualquier consejo. Logró zafarse del niño, y, ni corto ni perezoso, cruzó a nado un pequeño Amazonas para buscar los brazos de su mesías. Ni que decir tiene que, por lo que se sabe, ningún tipo de cáncer, ya1uniano ya perruno, se contagia. Pero es que, además, Río no sufría enfermedad alguna.Eso sí, le faltaban carnes con que disimular sus costillas. El hombre que lo salvó lo llevó al albergue. Río ha engordado varios kilos en cuatro meses. Y todavía crecerá un poco más cuando encuentre un nuevo dueño que no se convierta en su verdugo.

Llevaba a los niños al colegio y lo despidieron

Sancho, un chucho con rasgos que recuerdan a un pastor alemán con barbas, no sólo es una bellísima persona, sino que además cumple a la perfección el papel de niñera.Apareció en Tres Cantos y aprendió a abrir la verja de un chalé adosado en el que se colaba para que le dieran de comer.

En pago por la cena, Sancho tomó por costumbre acompañar a los niños de la casa al colegio todos los días, sin reparar en lluvia, frío o viento. Cada mañana, el can llevaba a los críos a clase y volvía.Una media hora antes de que diese la hora de salida de los niños, las cinco de la tarde, Sancho abría de nuevo la portezuela (también salía de la finca para hacer sus necesidades) y se iba trotando a por ellos.

Pero la madre de los chiquillos pensé que ya tenía suficientes responsabilidades en su vida y decidió prescindir de los servicios de la solícita niñera pese a su eficacia y bajo coste.

Esta peluda Mary Poppins espera ahora un nuevo empleo en una casa más, agradecida.

Volvió dos veces a su casa tras recorrer 30 kilómetros

Scott ha vívido ya dos divorcios y un intento de asesinato. Una colaboradora de la Asociación Nacional de Amigos de los Animales lo rescató en el País Vasco, donde ella se encontraba por casualidad, y lo trajo a Madrid.En la perrera de la cambió su suerte y consiguió ser adoptado. Desde hace un año duerme en la cama de sus nuevos dueños, que envían orgullosos fotografías de su fiel animal. Un final de cuento de hadas para una tragedia.Scott fije recogido en una casa cercana a Bilbao, donde le dieron comida y algo de afecto durante su infancia. Pero Scott creció. Decidieron abandonarle a unos 30 kilómetros de su hogar. Y él encontró -sin haber dejado el camino señalado con guijarros como Hansel y Gretel, los niños del cuento- el modo de volver.

Poco después le dejaron de nuevo a, otros 30 kilómetros. Y Scott volvió a encontrar por medio de su instintiva brújula la senda de regreso.

Como Scott no se dejaba abandonar, su dueño decidió matarle de un tiro con su escopeta de caza. Justo en el momento en que iba a apretar el gatillo, una mujer convenció al verdugo de que le dejase llevarse al perro.

El galgo incomprendido

.Antoñito constituye el típico ejemplo de perro de caza abandonado a final de temporada. Algunos escopeteros, como suelen matizar los cazadores, renuncian a tener los perros consigo todo el año y, según la presidenta de la Asociación Nacional de Amigos de los Animales, Pilar del Cañizo, no es raro encontrar ramilletes de perros ahorcados en algunas zonas no lejos de Madrid.

Antoñito es un galgo blanco por cuyo futuro temen los responsables de la asociación. Esa raza no suele tener mucha demanda, y ellos se resisten a entregarlo a alguien que lo (quiera por cazador y luego lo abandone.

En algún caso, en el abandono se aprecia incluso la agravante de la premeditación. Algunos dueños introducen datos falsos en el chip que los perros deben llevar bajo su piel obligatoriamente (o un tatuaje, en su defecto) para que no les puedan localizar (y sancionar) si quieren abandonar al animal.

Pilar del Cañizo cuenta que la mala suerte de los galgos es tal que en Inglaterra vio que una sociedad protectora tenía una enorme nave sólo para galgos porque nadie quería adoptarlos. "No sé por qué; son unos animales muy dulces, pero la gente los debe asociar a la caza y a las carreras y no los quieren en casa", conjetura la presidenta de la asociación.

Abandonada en el asfalto con sus cachorros

El anterior dueño de Truska la abandonó cerca de Perales de Tajuña con sus tres cachorros. Alguien vio cómo una furgoneta dejaba a cuatro animales indefensos junto al asfalto de la carretera.Peligro de muerte para los perrillos, para la madre... y peligro de accidente para cualquier conductor que pasase por allí.

Uno de los cachorrillos de Truska murió ahogado en un arroyo. Después, una señora de Madrid alimentó a la perra y a sus retoños durante el verano.

Pero tuvo que volver a Madrid y no pudo hacerse cargo de ella. Truska y los dos pequeños que sobrevivieron fueron a parar al albergue. Los dos cachorros ya han sido adoptados. Ella aún espera.

Truska comparte su desgraciada historia con otras madres que han ido a parar al albergue.

Neri, por ejemplo, cruzaba la carretera de Colmenar Viejo con sus tres cachorrillos cuando alguien la encontró, la llevó al albergue y la salvó de morir arrollada por uno de los miles. de coches que atraviesan esa vía. Neri había elegido una ancha tubería como madriguera para críar a sus cachorros.

El pasado miércoles, dos cachorrillas llegaron con poco más de un mes a la perrera de la Asociación Nacional de Amigos de los Animales. Un vigilante del vertedero de Alcobendas avisó para que fuesen al basurero a recoger a una perra y cinco chiquillas que algún desalmado desechó como si fueran un envase de plástico.

Cuando llegaron sus salvadores, muchas horas después porque -según relató el vigilante- la Policía Local de Alcobendas hizo caso omiso de la comunicación, tres cachorrillas habían muerto aplastadas. La madre también había sido atropellada y huyó herida.

Santa quedó abandonada igualmente en un desuace junto con sus cuatro hermanas. Alguien les daba comida hasta que fueron recogidas en el albergue de la asociación.Santa es la única que no ha encontrado todavía una familia adoptiva.Lo mismo le sucedió a Tara, un cruce de griñón con una raza cazadora, que ahora tiene año y medio. Apareció junto con tres hermanas en un contenedor de basuras de una zona industrial.

Las otras dos cachorrillas murieron y a duras penas Tara consiguió criarse a base de biberones. Ahora sólo necesita un dueño.

Larga espera tras la reja

Puny alterna el blanco y el canela tras la tela metálica de su casa provisional (todas las jaulas en las que agrupan a los anima les por sus afinidades personales cuentan con casetas de madera). Otros perros ya bastante viejos llevan tanto tiempo como ella en la perrera: cerca de un año.

(También en lo que a canes se refiere suelen tener más éxito los jovenzuelos).La mirada triste de Puny quizá se deba a la añoranza de sus dos hermanos, que ya han sido adoptados. Los tres paseaban por la carretera de Burgos (la nacional 1, en realidad una autovía) cuando les encontraron.

No todos los perros de los 120 que viven en el albergue de la Asociación Nacional de Amigos de los Animales han llegado allí porque eran vagabundos. En la última jaula, tres perros -dos de ellos de tipo nórdico- esperan a que sus dueños salgan de la cárcel. Los canes seguirán allí al menos hasta que se celebre el juicio contra sus amos por el asesinato y descuartizamiento de un joyero de La Moraleja (urbanización situada en el municipio de Alcobendas), ocurrido hace unos meses. Un juez ordenó el traslado de los chuchos una vez detenidos sus propietarios: una pareja que, al parecer, trataba a sus cuatro perros (unos de ellos murió porque llegó muy enfermo al albergue) a cuerpo de rey.

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