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El Papa elude las pruebas nucleares y saluda a Chirac con un "¡viva Francia!"

Ayer fue día de deshielo entre Francia y el Vaticano, pero también entre Francia e Italia, culpable a los ojos de Jacques Chirac, como la Santa Sede, de haber criticado los recientes experimentos nucleares franceses en el Pacífico.

¡Vive la France!" ("¡Viva Francia!"), se oyó decir a Juan Pablo Il al término de la entrevista que mantuvo con el presidente francés. El Pontífice evitó cualquier mención pública al tema nuclear. Entretanto, en París, Lamberto Dini y su homólogo francés, el primer ministro, Alain Juppé, hacían las paces.

La llegada de Chirac a Roma no tuvo un preludio que permitiera prever estos hechos. Por un lado, el presidente francés mantenía la espada alta en su litigio con el país que, semanas antes de asumir la presidencia de la Unión Europea (UE), se atrevió a votar en la ONU contra las pruebas de Mururoa. Francia canceló una cumbre bilateral que se debió celebrarse en Nápoles.

"Voy al Vaticano, no a Roma", dijo la semana pasada Chirac a unos periodistas italianos. Luego culpó a los informadores de haber revelado una. conversación privada y jocosa, pero no desmintió haber dicho que, con lo revuelta que está la política italiana, resulta difícil saber si la conferencia para la revisión del Tratado de Maastricht se abrirá en Turín el 29 de marzo, como está anunciado.

En cuanto a los problemas con el Vaticano, Juan Pablo II pronunció hace una semana una neta condena de todo tipo de pruebas nucleares. Su clara toma de posición parecía anunciar tensiones en la reunión de ayer, sobre todo después de que L'Osservatore Romano, el órgano oficial de la Santa Sede, incluyera en su información de bienvenida a Chirac un destacado recuerdo del anatema nuclear pontificio.

Pero se podía también prever que la diplomacia vaticana había tocado allí su límite, dejando la vía expedita para que el Papa y el presidente francés pudieran dar la imagen de un encuentro cordial y festivo. Nadie sabe lo que se dijeron durante los 45 minutos que estuvieron solos. Los discursos oficiales coincidieron en la necesidad de afrontar solidariamente las tensiones sociales.

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