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Gamberros

Rosa Montero

En cuatro años, los jóvenes vascos que apoyan el terrorismo han pasado de ser el 27% a ser el 32%. O sea, que al pobre País Vasco le crecen los gamberros a velocidades supersónicas. No creo que haya un incremento más vertiginoso de mastuerzos en todo el orbe, ni tan siquiera entre los hinchas del Manchester.Ello es que, además de apoyar el terrorismo, un 9% están dispuestos a pasar a la acción y liarse a leches. Deben de creerse los más chulos del barrio. Toda sociedad posindustrial tiene una rebaba de violentos marginales, de inadaptados juveniles. En otros puntos del planeta, semejante morralla se traspasa con alfileres el ombligo, se tatúa los sobacos con esvásticas o se lía a la papada la bufanda con los colores guerreros de su club de fútbol.

El problema es que esta tendencia al gamberrismo, presente en todas partes del planeta, adquiere un lustre especial en el País Vasco. En otros lugares, a los pandilleros marginales se les desdeña y compadece justamente por lo que son: inadaptados matones de barriada, pobres animalillos suburbiales. Pero en el País Vasco, por no se sabe qué enigmático fenómeno de eclipse cerebral (y por la ayudita especular de los matones estatales, o sea, de los GAL), parte de la proba ciudadanía considera que estos gamberros son gudaris (guerreros vascos). Y no las dos palabras empiezan por g, pero no es lo mismo. Pero hay otra g en el País Vasco: la de Gesto por la Paz. Si los adolescentes de esas tierras altas quieren ser de verdad heroicos y radicales, si quieren demostrar que son capaces de luchar por un ideal, que se metan en Gesto por la Paz. Porque esos pacifistas, que se enfrentan con los asesinos día tras día con la sola arma de su cordura, son los verdaderos gudaris. Eso sí que es valor: comparados con ellos, los gamberros me parecen verdaderamente unos panolis.

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