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Moscú amplía un día el ultimátum a los chechenos

Pilar Bonet

El Kremlin consideraba ayer seriamente el uso de la fuerza para liberar a los 116 rehenes prisioneros de un comando checheno cercado por las fuerzas rusas en el norte del Cáucaso, pero se resistía aún a asumir los riesgos políticos que correría el presidente Borís Yeltsin si la operación concluye con un baño de sangre, como sería probable a la vista de la determinación de los independentistas de morir antes que claudicar ante Rusia. Moscú prorrogó otras 24 horas el ultimátum que vencía a primera hora de ayer para que el comando rinda incondicionalmente.

La tensión iba en aumento ayer en Pervomáiskoie, la localidad de la república de Daguestán, fronteriza con Chechenia, donde Salmán Radúiev y sus lobos solitarios se han hecho fuertes con los rehenes. Fuentes del Ministerio del Interior Rusia afirmaron que francotiradores chechenos habían herido a dos soldados de las tropas del Interior disparando desde los tejados del pueblo. Las mismas fuentes señalaban que los guerrilleros también habían disparado contra dos helicópteros rusos y habían colocado a los rehenes a modo de escudos humanos en la dirección por donde podría realizarse un eventual ataque.Según datos del Ministerio del Interior citados por la agencia Interfax, Radúiev retiene un total de 116 personas, de las cuales 57 fueron apresadas el pasado martes en el hospital de la ciudad daguestana de Kizliar. El resto está formado por chóferes, personal médico, agentes policiales y cinco habitantes de Pervornáiskoie.

El jefe del Servicio Federal de Seguridad, Mijaíl Barsukov, y el ministro del Interior, Anatoli Kulikov, se desplazaron ayer a Daguestán a petición de las autoridades de esta república, en quienes el Kremlin había delegado la negociación con los guerrilleros sin darles competencias para garantizar los pactos alcanzados. Los acuerdos entraron en conflicto con las órdenes recibidas por los Ministerios de Defensa e Interior, que impiden el regreso del comando guerrillero a Chechenia.

Barsukov es el responsable de coordinar las operaciones para liberar a los rehenes. Según un portavoz de la oficina de coordinación, el viaje responde a los ruegos de las autoridades daguestánas y al deseo de reducir al mínimo el número de victimas.

En distintas localidades de Daguestán se celebraron ayer manifestaciones a favor de una resolución pacífica del drama, que ha generado tensiones étnicas entre los rusos y otros pueblos del. Norte del Cáucaso. Estas tensiones son un elemento de presión suplementaria sobre Moscú para que busque una solución urgente al segundo secuestro multitudinario protagonizado por independentistas chechenos en siete meses.

Mediación delicada

Barsukov, que como antiguo responsable de la seguridad del Kreinlin tiene una estrecha re láción con Yeltsin, y Kulikov son los funcionarios de mayor rango que se desplazan al escenario del conflicto. Ambos asistieron ayer a una reunión de los dirigentes de Daguestán en su capital, Májachkalá, y visitaron Pervomáiskoie. Barsukov y Kulikov están en una posición delicada, ya que podrían correr la suerte de sus antecesores, que fueron destituidos el pasado mes de julio por su inficacia ante el secuestro de Budiónnovsk.Alas 10.00 horas de ayer (dos horas menos en España), se agotó el plazo que los rusos había dado el sábado a Radúiev para liberar incondicionalmente a los rehenes y regresar a Chechenia desarmados. Radúiev ignoró olímpicamente el ultimátum y en las negociaciones entre los representantes daguestanos y los guerrilleros chechenos el plazo se prolongó asta hoy, según informó Itar-Tass citando fuentes de Interior.

Parte de los contingentes militares rusos que han cercado los guerrilleros retrocedieron el domingo a unos tres kilómeros de Pervomáiskoíe, según informaciones de las agencias Reuter e Itar-Tass. Dado que los periodistas son mantenidos a una distancia de varios kilómetros de Pervomáiskoie, resultaba difícil saber si el repliegue, solicitado por los guerrilleros, era una concesión o respondía a otros motivos. Los helicópteros rusos sobrevolaron repetidamente el lugar donde los chechenos se habían hecho fuertes.

El secuestro de Kiz1iár ha exaltado los ánimos en el norte del Cáucaso. Los chechenos aprovechan para hacer proselitismo entre los los daguestanos, instándoles a alzarse en armas contra Moscú. Los rusos, a su vez, se organizan en prevención de nuevos acontecimientos. Tras el funeral de las primeras víctimas de la acción guerrillera en Kizliar, que según los datos oficiales son ya 35, los cosacos han comenzado a formar batallones y se disponen a reforzar las tropas federales en Chechenia como contratados a sueldo. Sea cual sea el final de la odisea de Radúiev, las autoridades rusas mentalizan a la opinión pública para las soluciones drásticas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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