La salida de los cines Acteón
El 3 de enero acudí a los cines Acteón. Sesión de las 20.30, sala 5. Nunca antes había estado en estos cines. Mientras esperaba en la larga cola de la taquilla, en la acera de la calle de la Montera, pasé bajo la lápida que recordaba la muerte de 10 bomberos en un incendio ocurrido en aquel solar. Al entrar me impresionaron las dimensiones del local- y la cantidad de personas que allí disfrutaban de su ocio. A la puerta de la sala, de considerables dimensiones, dos personas acomodaban a los espectadores. Pero, cuando acabó la película y se encendieron las luces, esa puerta estaba cerrada y no pude ver a ningún empleado. Esto provocó desconcierto no sólo a mí, sino a numerosas personas, sin saber adónde dirigimos.Busqué letreros que indicaran la salida, pero no vi ninguno. Tras unos momentos, varías personas desaparecían por la esquina opuesta de la sala. Efectivamente, allí había una salida de emergencia, con un cartel reflectante que no pude ver en todo ese trayecto, y otro de "salida"', luminoso, pero apagado. Bajé una escalera, empujé la puerta y me, encontré de nuevo en Montera, bajo esa, placa que nos recuerda lo que no queremos que vuelva a suceder. Pero la verdad es, que sólo nos acordamos de santa Bárbara cuando truena.
