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La economía alemana cierra 1995 con un débil crecimiento del 1,9% y un déficit público del 3,6%

La ola de gripe que recorre Alemania parece haber afectado también a la economía. La famosa locomotora europea parece por lo menos constipada: el crecimiento del producto interior bruto (PIB) alcanzó en 1995 sólo un 1,9% (2,9% en 1994) y se teme que este año no llegue al 2%. Con semejante tasa de crecimiento resulta imposible reducir la cifra de paro, que podría rebasar muy pronto el muro psicológico del 10%, con cuatro millones de personas en busca de trabajo.

Las desgracias nunca vienen solas y las malas noticias empiezan a concretarse de forma palpable en tomo a la economía alemana. Flota en el ambiente, aunque nadie se atreve todavía a pronunciarlo, el temido término recesión. A la escandalosa subida del número de parados el pasado diciembre, con un aumento de más de 210.000 (9,9% de la población activa), se une la ducha fría del estancamiento del PIB, que en el último trimestre apenas creció.Al mismo tiempo, cuando los políticos alemanes no hace mucho que se las prometían muy felices por cumplir, junto con el insignificante principado de Luxemburgo, como únicos alumnos modelo de la Unión Europea, los criterios de convergencia del Tratado de Mastricht, llegó la desagradable sorpresa de que el déficit público alemán el año pasado llegó al 3,6% del PIB (3% en 1994) y se sitúa por encima del margen de tolerancia exigido para entrar en la primera división europea.

Este cúmulo de nubarrones ni siquiera consiguen disiparse con una noticia positiva, anunciada ayer por la Oficina Federal de Estadística de Wiesbaden. La inflación en 1995 fue sólo de un 1,8% en toda Alemania.

El ministro de Economía, Guenter Rexrodt, daba rienda suelta el miércoles a su pesimismo ante un círculo reducido de periodistas y parece incluso que se pronunció en la reunión la ominosa palabra recesión. Ayer Rexrodt puntualizó: "Yo nunca hablé de, recesión". Y añadió que los expertos creen que no se llegará a tal extremo. No obstante, reconoció que el crecimiento había quedado en 1995 por debajo de las expectativas y la elevada cifra de parados constituye una seria hipoteca para este año. Rexrodt atribuyó el frenazo de la economía a la elevada cotización del marco, los excesivos aumentos salariales del año pasado y las elevadas cargas sociales.

El ministro de la Cancillería, Friedrich Bohl, considera que la economía podría reactivarse en los próximos meses y ofrece una lista de argumentos como la estabilidad de precios, los bajos intereses, la corrección a la baja de la cotización del marco y algunas descargas fiscales.

Sin embargo, Bohl tiene que reconocer que el paro no mejora y constituye "el máximo desafío". El ministro afirma que el diálogo entre los sindicatos y empresarios sobre el pacto por el empleo consituye una aportación importante en la lucha contra el paro. Esta iniciativa, lanzada por el sindicato metalúrgico IG Metall, se basa en la renuncia a subidas salariales por encima de la inflación a cambio de la creación de puestos de trabajo. La propuesta, que cuenta con el apoyo del 77% de los trabajadores, sigue debatiéndose.

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