La rehabilitación del centro crece por las calles de Fuencarral y Mayor
La plaza del Dos de Mayo tiene dos héroes de mármol (Daoiz y Velarde) y 300 obreros en mono azul trajinando en la rehabilitación de 30 edificios y las calles aledañas. El día 16, tras 16 meses de obras, se inaugurará con la visita del alcalde, José María Álvarez del Manzano; el presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, y el ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, José Borrell.Año y medio después de la firma del convenio para el centro de Madrid, se encuentran en, obras 1.089 de las 5.488 viviendas incluidas, y otras 3.259 acopian papeles para pedir las subvenciones (hasta el 50% del valor del arreglo). Según los datos que maneja el Ayuntamiento, se han invertido ya 2. S48 millones de pesetas en las zonas de rehabilitación, de los 11.187 millones previstos. De ese dinero las administraciones han gastado 894 millones en infraestructuras y 864 en subvenciones; el resto corresponde a la inversión privada.
En noviembre se decidió ampliar el área del barrio de Maravillas hasta la calle del Pez e incluir 250 viviendas más. Las rebajas de las constructoras en los costes de nueva pavimentación e infraestructuras hacen innecesario aumentar el presupuesto.
El concejal de Vivienda, Sigfrido Herráez, anuncia la Intervención en las calles de Fuencarral y Mayor con un esquema similar al utilizado hasta ahora: un buen lavado a las fachadas con cargo al erario público, subvenciones para arreglar los edificios, eliminación de las aceras (con la instalación de bolardos en los márgenes) y algún espacio más para el viandante. Se comienza así a enlazar Malasaña con las otras dos áreas de rehabilitación: la plaza Mayor (ampliada al mercado de San Miguel y los soportales) y la de la Paja, los Carros, Cruz Verde y Alamillo.
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Tenderos de Malasaña piden compensaciones por 16 meses de obras
A los políticos que visitarán el día 16 el barrio, algunos vecinos de Malasaña les darán el parabién por los nuevos adoquinados de las calles, los bolardos que sustituyen al borde de las aceras, las fachadas recién arregladas, los árboles y los juegos para niños en la plaza. Otros se quejarán de las interminables obras.Manuel Valero, presidente de la asociación de Ciudadanos Agobiados y Cabreados, considera las obras "una barbaridad". "La calle de la Palma [sede de la asociación] lleva tres meses levantada entera, la carga y la descarga es imposible; son obras salvajes", dice Valero, y anuncia una reclamación de daños y perjuicios contra la constructora OCP y el Ayuntamiento.
"Está bien que se rehabilite, pero si los comerciantes tienen que echar el cierre al negocio por culpa de las obras, ¿de qué les vale que quede muy bonito el barrio? No van a disfrutar el resultado", vaticina.
Utos 90 comerciantes ¿le la zona ya se han dirigido a la Cámara de Comercio para que solicite en su nombre quien corresonda compensaciones por los perjuicios causados por las obras.
Quieren que al menos se les exima de pagar el impuesto de actividades económicas, que se reparen los daños que han sufrido por accidentes ocurridos en sus tiendas durante las obras, que les paguen algo por haber tenido que cerrar la tienda cuándo se cortaba la luz trabajos se ha inundado hasta el techo alguna cueva y que han reventado la entrada de algún por tal al levantar el pavimento antiguo.
Maruja, de 65 años, dueña de un pequeño ultramarinos, defiende las obras con un entusiasmo que no le ha impedido recoger las firmas de sus colegas. En el quiosco Antonia, el café de las once desemboca en polémica.
"Está el barrio peor que antes. Con los adoquines esos una señora por poco se mata el otro día al atascársele un tacón", espeta irritada Victoria, que confiesa 61 años. "Los han puesto para que los coches no corran, Victoria", le contesta Maruja conciliadora. "Pues corren igual. ¡A ver si te crees que van a dejar de correr por el empedrado!".
Y¿qué me dices del agua apozada delante de la iglesia?", reanuda el ataque Victoria. "Pues que lo van a volver a levantar. Si hay algo mal, se les dice y lo arreglan", templa Maruja.
Ejemplifica la buena voluntad de la Administración (y, de paso, la poca previsión de algún técnico) con el traslado de un árbol que se plantó justo en la salida de emergencia de un bar de copas en la calle del Dos de Mayo. "Me quejé y lo movieron; no mucho pero lo movieron", argumenta.
"¡Otra vez a levantar la calle! ¡Estamos buenos! El barrio entero está que muerde. Además, se han eliminado muchas plazas de aparcamiento, 900 o 1.000 sitios menos para aparcar, Marujita, chilla Victoria. "Va a quedar precioso, Victoria, mujer, ya lo verás", resuelve Maruja con un ademán.
Pedro, el del estanco, asume las molestias con bastante resignación. "Y ya quisieran muchos barrios", reconoce. Que se lo digan a los de Lavapiés. Desde que se firmó el convenio de rehabilitación dan la murga para que les arreglen sus casas.
El concejal Herráez asegura que entrarán muy pronto en el bombo de la regeneración del centro con ayudas de la Comunidad Europea. Ya se ha desechado la idea de abrir una alameda en ese barrio, por la oposición de sus habitantes.
Se conformarán los urbanistas municipales con derribar alguna que otra casa aislada para ganar espacios verdes o dotacionales. Y aseguran que jamás irán contra los deseos de los vecinos.
A pocos pasos de la plaza del Dos de Mayo, en el número 5 de la calle de Velarde, Encarnación pasea 75 años e interminables gripes invernales en los 20 metros cuadrados de su bajo. "Se me caen las lágrimas al ver así la casa". Lleva meses en obras y todavía le quedan, calcula ella, otros dos años.
Eso sí, está encantada de que 500.000 pesetas de ahorros le hayan llegado para las obras comunes que necesitaba el edificio y para sustituir dos vigas podridas que amenazaban su testa cana desde el techo de su diminuto dormitorio. Desde hace más de cuatro décadas vive en ese edificio. El portal confiesa la fecha de nacimiento de la casa: 1881. "Si no llega a ser por las de al lado, ésta ya se hubiese caído", dice Encarnación.
Otros vecinos han conseguido un cuarto de baño dentro de casa, menos humedades o unas escaleras donde ya no les espera alguna trampa mortal. Los arreglos interiores son siempre problema de los vecinos. Los técnicos municipales emiten un informe sobre las necesidades de la edificación y los dueños contratan a la empresa que prefieren.
Las fachadas de la plaza son responsabilidad directa del Ayuntamiento. Relucen las que ya están arregladas. Pero el viernes por la mañana llovía. Los canalones empotrados de uno de los edificios rezuman. La humedad marca charcos verticales. En el quiosco una señora se queja. Luego declina opinar. "De las obras prefiero no decir nada; lo siento". Y entra en su negocio.
Los vecinos de las calles que se han incluido recientemente en el programa de rehabilitación reproducen en la casi centenaria carnicería de la calle del Espíritu Santo las manidas quejas contra los caseros.
"El nuestro nos tiene abandonados", se queja Fermín Picota, de 59 años. El carnicero, que paga 5.000 pesetas de renta, vive en el mismo edificio en el que trabaja. No tiene baño en casa. Retrete sí. Con la carnicería todo son problemas. Cada vez se vende menos y no puede tocar un azulejo, so pena de perder sus derechos de inquilino. "Pude instalar los frigoríficos porque eran una exigencia de Sanidad",. recuerda.
"Mi casero sí tiene voluntad pero dinero no. Los inquilinos somos pobres, todos jubilados, y el dueño también, así que tendremos que ayudarle entre todos, explica Elena, una parroquiana que repite una edad muy corriente en el barrio: 75 años. Ella es la única que había oído algo sobre la extensión de las áreas de rehabilitación.
En un quiosco de la misma calle del Espíritu Santo, Encarnación desgrana el resumen del viejo Madrid. "Casi todos los vecinos son ancianos. Luchamos contra las humedades y arreglamos lo que podemos: es de vergüenza cómo vive aquí la gente".
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