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Ecologistas británicos se instalan en los árboles y cavan tunelés contra la construcción de una carretera

Grupos de ecologistas británicos han tomado posiciones en cabañas construidas en los árboles y en galerías excavadas bajo una zona de especial relevancia medioambiental y arqueológica, para impedir la construcción de la carretera de circunvalación de Newbury, en el suroeste de Inglaterra, que cuenta ya con la autorización del Gobierno.El disputado proyecto, de 13,4 kilómetros de extensión y un presupuesto superior a los 100 millones de libras (unos 20.000 millones de pesetas), pasa por tres, áreas, de especial interés científico y por un histórico campo de batalla, además de cruzar reservas naturales con especies en vías de extinción.

Según el Ministerio de Transporte, la nueva carretera es necesaria para alivir el tráfico que, al pasar por Newbary, supera los 50.000 vehículos diarios. La población, en torno a los 27.000 habitantes, lleva años esperando una solución a los atascos en esta ruta que conecta los puertos de Southampton y Portsmouth con el norte industrial. Pero se pregunta si el proyecto, que se pondrá en marcha en las próximas semanas, descongestionará la zona.

"Es erróneo pensar que una nueva carretera soluciona el problema del tráfico", defiende Rachel Stark, miembro del Partido Verde y portavoz de la Tercera, Batalla de Newbury, el grupo de presión local que cuenta con el respaldo logístico y financiero de Amigos de la Tierra. "La obra fomenta la circulación de más vehículos y, en menos de siete años, Newbury sufrirá la misma congestión que en el momento actual. Otras alternativas como la mejora del transporte público, local, el fomento del tráfico ferroviario de mercancias, el compartir los vehículos, e, incluso, el refuerzo de la carretera actual serían más efectivas que la propuesta gubernamental".

Stark y el resto de los activistas están bien preparados para hacer frente a las excavadoras y fuerzas de seguridad. Han montado siete campamentos, construido entre 40 y 50 casas en los árboles y excavado un número indeterminado de galerías o zulos subterráneos que siguen la ruta de la futura autovía.

"Defendemos la acción directa no violenta", explica Douglas Flowerpot, estudiante universitario de 22 años. "Y aguantaremos el tiempo que haga falta. Si no conseguimos paralizar la destrucción de este bosque tan espectacular, ocasionaremos por lo menos, un gran daño financiero".

Douglas da los últimos toques a una cocina instalada a unos cuatro metros de altura Utiliza material de desecho y maderas que le han regalado algunos habitantes de Newbury. Debe ajustar también el sistema de cuerdas, que le permitirá acceder al resto de estos ingeniosos habitáculos sin bajarse del árbol. Llegó al campamento hace ocho meses, atraído por la belleza del lugar y por la experiencia de su primera protesta viaria en los alrededores de Londres. Calcula que, en esta ocasión, los constructores tardarán dos meses, por lo menos, en desalojar la zona.

Stark, por su parte insiste en que el objetivo es la paralización total, del proyecto para demostrar al gobierno que las nuevas construcciones de carreteras son propuestas "obsoletas e. inaceptables". Del éxito de la campana dependen otras iniciativas de autovía que, como en Newbury, se iniciarán en el resto del Reino Unido en los próximos años.

El objetivo puede resultar excesivam6iite ambicioso, pero la imaginación de la protesta ha obtenido ya un gran eco.

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