Los kurdos, grandes perdedores
Los kurdos han sido, sin duda, los grandes perdedores de estas elecciones. La búsqueda del voto útil, entre otras razones, ha dejado a la minoría kurda sin una auténtica representación de sus intereses en el nuevo Parlamento de Ankara.El enorme esfuerzo realizado por el Partido de la Democracia del Pueblo (HADEP) para saltar la barrera de la ley electoral, que exige el 10% del total de los votos emitidos en el país para acceder al Parlamento, se esfumó en la madrugada de ayer conforme se iban abriendo las urnas, que finalmente le concedieron 1.167.997 papeletas, apenas un 4% del total.
En algunas zonas del sureste del país, como Diyarbakir, la capital del Kurdistán turco, los votos de HADEP superaron el 50%, pero el que se ha beneficiado de ellos para aumentar sus escaños ha sido el islamista Partido del Bienestar (RP). De hecho, en el Kurdistán estos han sido los únicos dos partidos votados. Los demás apenas se hicieron con un puñado de papeletas. La desconfianza de los kurdos hacia la política de Ankara ha quedado reflejada una vez más de forma clara y contundente.
"Continuaremos luchando"
"Aunque no estemos en el Parlamento, nosotros continuaremos luchando para poner fin a la guerra que se vive en el sureste del país", señaló Mehmet Zeynettin Unay, secretario general de HADEP.Entre 18.000 y 20.000 personas han muerto desde que el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) se levantó en armas en 1984 para defender los derechos nacionales de los kurdos. El PKK ha declarado hace dos semanas una tregua unilateral para facilitar el proceso electoral en Turquía y reiterar su llamamiento a negociar una solución pacífica al problema kurdo. "El Gobierno de Tansu Çiller ha sido una marioneta en manos de los militares. Esperamos que el nuevo Gabinete tenga más poder y sea capaz de hacer callar las armas y buscar una salida a través del diálogo", añade Unay.
Tanto en medios diplomáticos, como económicos y periodísticos, se considera que el mayor error de los tres años de Administración de Çiller fue la decisión de ilegalizar el Partido Laborista Democrático (DEP), el antecesor de HADEP que, gracias a su alianza con los socialdemócratas, logró colocar en el Parlamento de Ankara a 18 diputados.
A pesar de las presiones del Parlamento Europeo, que exigió la derogación del artículo 8 de la ley antiterrorista y presionaba con rechazar la unión aduanera, cuatro diputados del DEP continúan en la cárcel, entre ellos Leila Zana, a quien el PE concedió el Premio Sajarov de Derechos Humanos.
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