Primer día en la vida de un secretario general

Javier Solana llegó a Bruselas en la tarde del lunes, en vuelo regular, tras haberse despedido de sus colaboradores en el Ministerio de Asuntos Exteriores. A las 8.30 de la mañana de ayer hacía su entrada en la sede de la OTAN y encaraba, sin solución de continuidad, la primera jornada de su nuevo trabajo.Le recibió en la puerta el vicesecretario general, Sergio Balanzino, quien ha venido desempeñando las funciones de secretario general desde que la dimisión de Willy Claes lo dejara vacante el pasado 20 de octubre. La jornada empezó, como es habitual en el protocolo de la casa -a la par austero y milimetrado-, con un discurso en francés e inglés ante los periodistas a la entrada del edificio. La primera conferencia de prensa se celebrará hoy, coincidiendo con el traspaso de la autoridad internacional en Bosnia, de Unprofor a la OTAN.

Enseguida Solana acudió a su despacho. Le esperaba una nutrida representación de los 11.100 funcionarios de la sede, que le hicieron pasillo con aplausos: el secretario general no sólo es la autoridad política de la organización sino también el responsable del personal y la administración. Reuniones con el gabinete y con los altos funcionarios de la casa completaron la agenda de la mañana. Al mediodía, los embajadores de los dieciséis países miembros le dedicaron un almuerzo informal de bienvenida y toma de contacto. La primera reunión oficial bajo su presidencia del Consejo Atlántico -formada por estos mismos diplomáticos- se celebrará hoy.

Los temas dominantes de conversación fueron formales: el despliegue de la Alianza en la ex Yugoslavia y la situación en Rusia. La reacción dominante en la sede de la Alianza sobre el proceso electoral ruso es de prudencia. Nadie quiere precipitar un juicio sobre el impacto de sus resultados sobre las relaciones con la Alianza.

La sesión de tarde estuvo dedicada a los encuentros con los principales responsables militares. Solana se reunió con el presidente del Comité Militar -el británico sir Richard Vincent- y el comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa, el general norteamericano George Joulwan. Al final, el nuevo secretario general dirigió unas palabras al personal de la casa.