_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Dolores

Una cosa es segura: de Pasionaria nunca se escribirá una ópera rock, y nosotros disfrutaremos del respiro de no tener que soportar a cualquier Madonna tratando de imitar lo inalcanzable. Ahora que se cumplen 100 años de su nacimiento, podríamos caer en la tentación de creer que, contemporánea del cine, es Dolores Ibárruri carne de película, de una biopic a lo Forrest Gump en donde la heroína atravesara, gracias a la realidad virtual, épocas y acontecimientos que nos han definido. Pero la realidad de Dolores no fue virtual, ni siquiera virtuosa: era un jodido mundo el que le tocó vivir, un mundo, de explotación y miseria sobre el que se elevó tirando de los desheredados, y esto sí que es de cine, pero de epopeya, como esos planos finales de Y el Mundo marcha, de King Vidor, en donde la gente camina hacia la esperanza.No tendrá película de ficción Dolores -ya tuvo el buen documental que le dedicó J. L. García Sánchez- por exceso de carne y de verdad, de humanidad, y porque su singular combate por la igualdad y la justicia no ha conocido final -y, mucho menos, feliz-, porque sólo se han caído los dogmas que estaban del lado suyo: los otros siguen firmes, y puteando.

En este centenario de su nacimiento volvemos a escuchar frases que pueden parecernos tópicos, pero qué resumen una exacta verdad: Pasionaria pertenece al pueblo, a todos los pueblos, y a las mujeres, a: todas las mujeres que, en algún momento se arrancan el yugo para ser, personal y colectivamente, libres.

Y, además, tuvo la suerte de no,vivir lo suficiente para ver, en el último. ¡Hola!, las fotos de la inenarrable mansión de un ex dirigente comunista de la URSS convertido, gracias a la especulación, en el Donald Trump de la nueva era.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_