_
_
_
_
Tribuna:LA VUELTA DE LA ESQUINA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Jura en Valdemoro

Táraríiiii... ¡Ti! Un breve trueno de talones retumba en el patio. Cuatrocientos golpes responden al toque de cometa. Van y vienen los jefes, con el sable fuera de la vaina, desde el cuadrilátero del batallón hasta el estrado de los oficiales superiores. Suenan los claros clarines de la Sección Montada, piafando la robusta caballería, que manda un jinete barbudo. Relampaguean las condecoraciones sobre el traje de gala, verde oliva; espejean los tricornios -el mismo para el general que el de la tierna tropa, charolada igualdad, irrepetible-. Permanece firme la escuadra de honor, chupa carmesí, calzón blanco, polainas abrochadas; una mujer entre esta media decena de soldados.Día de gran fiesta en el Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro. La 79ª promoción, superado el periodo de instrucción, va a jurar bandera. Los veteranos del año anterior les miran, sin verles; lo hicieron el año pasado. Los bisoños marcan el paso, al redoble de los tambores: 130 chicos de 17 años; entre ellos, unas quince muchachas. El abanderado, con la enseña embrazada, ocupa el centro geométrico de la ceremonia. Desfilan, en columna de a tres, bajo el arco que enlaza el asta y la espada del coronel-director, hombre alto, marcial, orgulloso.

El recinto está festoneado por gente paisana, salvo el lugar destinado a la milicia; salpicados entre los uniformes de la Benemérita, el caqui de Infantería, el paño azul de la Marina, el pavonado de los avíaidores, y el surtido exótico de los agregados militares invitados. Madres, hermanas, novias y novios, buscan al voluntario, y le animan, a media voz, cuando pasa alzando el brazo izquierdo, agarrado el fusil con la mano diestra. Los padres son o han sido guardias civiles; ésta es una institución para gentes del cuerpo.

El coronel pronuncia la breve y medida arenga, en la que un oído atento distinguiría el matiz entre el voto y la promesa por el honor. Más otra palabra, incorporada, hace poco, al vocabulario cotidiano: va dentro del capítulo de, las servidumbres del futuro guardia: "Se sirve a la patria, luchando contra el delito y el fraude". Promete sacrificio, abnegación, entrega.

Entre la uniformada grey de los principales destacan, por su poco lucimiento, algunos ternos de paisano. Lugar preeminente para el señor alcalde de Valdemoro, que representa a la autoridad del Estado. Un recuerdo para la más famosa frase de El gatopardo. Sí, señor: algo tiene que cambiar" para que todo siga igual. En este sólido pilar castrense se encuentra el más cumplido ejemplo de cómo, a fin de conservar el espíritu, se puede variar cuanto hubiere menester. En pocos colectivos han recibido ala mujer con igual rasero: el gimnasio, la garita, la marcha, el pupitre, la instrucción. A las puertas se quedaron varios miles de aspirantes, pues aquí hay que ser mejor que los otros para ingresar.

En un ángulo, una veintena de adolescentes, del Colegio de Huérfanas, observan, con descaro e interés, el desfile; quizá deseen lo mismo, cuando hayan cumplido los 15. Al lado, nueve hombres adultos. No: ocho, hay una silla vacía el griposo que no pudo acudir. Han seguido los actos con interés, respeto y cierta emoción. Cuando los colegiales regresan a la formación, un suboficial les encamina hacia el lugar de honor. No han cesado, aún los hospitalarios tambores, que acompañan a la patética y desguarnecida escuadra; intentan mantener el paso, alzan la barbilla, enderezan la espalda y reluce el sol que acaba de salir de entre las nubes, entre cabellos blancos y espaciosas calvas. También se refracta en los gruesos cristales del que fue declarado inútil.

Avanzan, conservando las distancias, hasta llegar a la empalada seda roja y gualda que besan, con una brusca inclinación de cabeza. Uno de ellos se tomó la confianza de agarrarla con la mano y, como en una eucaristía, esponjó los pliegues en su rostro. Me fijé bien; era el viejo que me precedía, en aquella renovación o juramento aplazado.

El cornetín ordena la dislocación de la tropa. Siempre bajo el batir de los parches, aquella gente, que en todo momento sabe lo que tiene que hacer, se retira hasta el lugar del "rompan filas".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_