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Tahúres con huesos de cordero

Colmenar Viejo se convierte en un casino con tabas dos noches de cada año

Resultaba extraño para los foráneos que en la noche del jueves corrieran las horas de juego, alcohol y jarana en los bares de Colmenar Viejo (27.718 habitantes). Las largas partidas de taba, se sucedían, y los gritos de los ganadores se acompañaban del silencio de los perdedores. Era la noche de san Andrés -quien tanto ganaba como perdía, según la leyenda-, dedicada a los tahúres de taba y que sólo se repite -como revancha- la noche de santa Lucía, el 13 de diciembre.En época feudal, el huesecillo extraído de la rodilla del carnero se utilizaba como un dado de cuatro caras. Las partes más estrechas representaba al rey y al verdugo; las caras, cóncava y convexa, eran y son carne y culo. El juego consistía en que el rey ordenaba castigos, el verdugo los ejecutaba, mientras el culo los recibía y la carne se libraba.

La modalidad de tabá que perdura "es la que sirve para jugarse los cuartos a carne o culo" comentaba un paisano. Las mesas con tapete verde estaban dispuestas desde la tarde del jueves en al menos una docena de tascas convertidas en casinos. Por turno, las peñas casi siempre de hombres, eligen un tirador de taba y proponen la cuantía a jugar. Los que rodean la mesa depositan la misma, cantidad que el tirador y sus amigos. Si el que tira el hueso consigue carne, se lleva todo y vuelve a tirar si obtiene culo, el dinero se lo reparten los contrarios.

Al parecer, Pedro, un industrial de la localidad, consiguió el récord: nueve carnes seguidas sin billetes suficientes en la misa para cubrir su apuesta, de más de 600.000 pesetas."¡Esto es culo, señores!" dijo un camarero convertido en crupier. Así, Antonio perdió 200.000 pesetas en apenas dos horas... "Otra vez será; si la parienta no se entera, claro" añadía sin perder altivez ni compostura.

A Alberto P. carnicero, y tahúr de taba habitual, le apoyaban cuatro amigos. "Me gusta la taba, pero soy comedido, antes apostaba más; ahora mi tope es de 2.000 o 3.000 durillos", reconocía Alberto momentos antes de abordar su turno. Acto seguido lograba "¡cuatro carnes seguidas, señores!". Sus compañeros le estrujaban y aclamaban; otros, cabizbajos, maldecían su suerte. Junto a las dos carnes obtenidas en otro turno anterior Antonio había reunido, 325.000 pesetas. "No, ha estado mal", decía modesto.

Más tarde, y a puerta cerrada, el juego fue un misterio. Según los rumores, que circulaban ayer por un pueblo, hubo quien perdió un negocio y quien ganó un todoterreno... Engrosarán la leyenda que relata cómo algunos perdieron su patrimonio, casa y hasta la mujer en una noche: la de san Andrés o santa Lucía.

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