_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Arganda

El señor alcalde de Arganda está justamente preocupado por la imagen exterior de su pueblo. El mes pasado fue asesinado allí, en la llamada zona de copas, el joven David Martín, a manos al parecer de un grupo de ultras. Y hace unos días, otro joven, Joaquín Roldán, que trabajaba como pinchadiscos en uno de los bares de la zona, fue atacado y pateado y está en el hospital con la mandíbula rota.Es natural que don Ginés López se preocupe, no solamente por estos hechos en sí -el aumento de la violencia preocupa a todos los ciudadanos- sino por la mala reputación que esto da a su pueblo. Al alcalde se le ha ocurrido una idea para que Arganda aparezca en los medios de comunicación con una imagen pacífica y simpática: ha creado una escuela en la que jóvenes varones de la localidad -parece que el mismo alcalde acude también a ella como alumno-, aprenden a guisar al objeto de ayudar a sus esposas o futuras esposas en las labores domésticas.

Ignoro hasta dónde habrán llegado las habilidades culinarias de estos argandeños -el alcalde asegura que la tortilla de patata les sale ya muy jugosa-, pero la verdad es que una medida tan políticamente correcta como la que ha tomado don Ginés López ha suscitado el interés de los medios y el nombre de Arganda ha salido en los papeles, como se dice, por algo no reseñable en la página de sucesos.

En mis viajes por España he comprobado siempre lo quejosa que está la gente por el hecho de que su pueblo o su pequeña ciudad no aparezca en los medios de comunicación más que con ocasión de algún horrible crimen que allí se haya cometido o de alguna catástrofe.

El orgullo local, tan arraigado en España, quiere que los pueblos sean conocidos por lo bueno y no por lo malo que en ellos pueda ocurrir. Y la verdad es que no son muy exigentes. Hace años leí en el Abc la crónica de un corresponsal de pueblo que decía: "Se ha comentado con honda satisfacción en esta villa el hecho de que su nombre apareciera en el crucigrama del Abc del domingo pasado".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_