Grave
Por supuesto no han faltado otros síntomas de lo mismo, como la desgana en formar parte de mesas electorales. Pero reviste especial gravedad no sólo el número, sino la falta de pudor con que tantos malos ciudadanos -alentados por el poco rechazo social a su conducta- intentan zafarse sin motivos serios de su función de jurado, lo que revela el poco valor que dan ellos y su entorno a la libertad, a ejercer como dueños de sus destinos; más aún, su miedo a la libertad, su dimisión de sus responsabilidadesd, su aceptación e incluso petición con ese acto de que otros decidan y juzguen por ellos.Gran parte de nuestra sociedad, acostumbrada al autoritarismo, reclama tutores de su libertad con estos y otros vergonzosos gestos, como el elegir -según comprobamos una y otra vez- líderes autoritarios, renunciando así a los derechos y deberes propios de un ser adulto, democrático.-
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