Derechos humanos en horas bajas
Escepticismo en la orilla sur sobre los resultados de la reunión de Barcelona
La mala situación de los derechos humanos y la inestabilidad en la orilla sur y oriental del Mediterráneo con países recién salidos de laboriosos procesos de paz que ponen fin a ancestrales guerras -como el caso de Israel, palestinos y países árabes-, o que se enncuentran sumidos en conflictos civiles o de violencia interna, como es el caso de Argelia, son temas con incidencia sobre la conferencia de Barcelona que se incia el lunes, aunque los países más señalados por la falta de libertades preferirán evitar que se hable de elIo.Esa fase de inestabilidad política impide a los Gobiernos dedicar plenamente sus energías a la construcción de sodedades mejores y más integradas, así como a la búsqueda de una estrategia común de desarrollo.
Nadie, por supuesto, se ha opuesto a la celebración de la conferencia de Barcelona, entre cuyas ambiciosas metas está la integración económica, social y cultural de los Estados ribereños. Pero entre los participantes árabes, israelíes y turcos existe una buena dosis de escepticismo. "Si entre nosotros mismos existe un buen grado de polarización política, ¿Cómo vamos a lograr presentar un frente común?", se preguntaba un sociólogo egipcio.
El mundo árabe sigue dividido y todos los ejercicios por superar las brechas históricas. han resultado inútiles. Existe en todos esos países un desfase político y éconómico que alimenta un clamor de justicia social y que, a menudo, sólo arranca represión oficial.
Sin duda, los participantes de está parte del mundo preferirán no tocar Ios peliagudos temas de la situación de los derechos hurnanos. Egipto, Israel, Líbano, Siria, Jordania y Turquía han sido severa y reiteradamente criticados, por organizaciones defensoras de las libertades individuales.
Sórdida represión
En Egipto, donde el Gobierno de Hosni Mubarak libra desde hace años una virulenta campaña contra los extremistas musulmanes, hay millares de prisioneros políticos. Informes de Amnistía Internacional citan la tortura como un procedimierito ordinario y el encarcelamiento de niños como ejemplo de un total desprecio por las libertades individuales. En Israel, las fuerzas de seguridad han sido criticadas por abusos contra los derechos humanos de los palestinos que han costado la vida a varios prisioneros. La Autoridad Nacional Palestina (ANP) no puede jactarse precisamente de ser la "isla de justicia" que Yasir Arafat había prometido." La ANP amordaza la prensa y realiza detenciones arbitrarias. Desde hace casi veinte años, bajo la férula de Siria, Líbano ha adoptado métodos represivos. Del régimen sirio basta recordar un dicho común en Damasco: "La oposición es tolerada en Siria, pero sólo en las cárceles". Finalmente, Turquía. sigue siendo sinónimo de sórdida represión contra los opositores de izquierda y los kurdos, un comportamiento que se ha convertido en el principal obstáculo que bloquea las aspiraciones europeístas de Ankara. Y Jordania está endureciendo su ley de prensa para tratar de silenciar el descontento de los sectores islámicos.Israel es sin lugar a dudas el país cuya práctica de la democracia lo hace brillar en un entorno donde la palabra libertad ha sido siempre una quimera. Egipto, por ejemplo, se dispone a celebrar elecciones parlamentarias a fines de este mes, pero como en la mayor parte del mundo árabe (el mas reciente ejemplo lo ha dado el referéndum de Irak, el ejercicio promete ser una caricatura de cualquier consulta popular en el verdadero sentido de la palabra.
Con la oposición entre rejas y la constante amenaza a quienes denuncien las, violaciones de los derechos humanos, los vecinos árabes del Mediterráneo se sienten seguros. Y si surgen críticas en Barcelona, sus delegados optarán, seguramente, por canalizar el debate a la políticamente más inocua pero biológicamente comprometedora situación de la agonizante ecología mediterránea.
Vejaciones en el Magreb
La violación de los derechos humanos en los tres países más importantes del Magreb (Argelia, Marruecos y Túnez) es muy difícil de cuantificar y valorar con exactitud. La actitud de los respectivos Gobiernos, impidiendo las investigaciones, especialmente las internacionales, ha reforzado muros de silencio, detrás de los cuales se esconden vejaciones y arbitrariedades.La falta de colaboración gubernamental ha afectado especialmente a Amnistía Internacional, cuya labor se ha visto dificultada en los últimos, años. El Gobierno de Túnez decretó persona no grata a Donatella Rovera, la responsable de la institución para el norte de África, y le denegó la entrada al país, de la misma manera que se lo impidió, a diversos periodistas internacionales. Una actitud similar adoptó recientemente Argelia.
A pesarde estos silencios se sabe que en Túnez están encarcelados cerca de 2.000 presos políticos, la mayoría de los cuales son militantes de las organizaciones islamistas, especialmente Ennahda. Pero, el cerco, policial se cierne también sobre otros dirigentes políticos y responsables de las asociaciones de los derechos humanos.
El mismo silencio se produce en Argelia, donde es imposible cuantificar el número de detenidos políticos, muchos de los cuales se encuentran encarcelados de manera arbitraria en centros de internamiento en la zona sur del Sáhara. En Argelia, sin embargo, las transgresiones más graves se cometen con la excusa de la lucha antiterrorista, lo que ha dado pie a numerosas ejecuciones extrajudiciales o a casos de tortura.
En Marruecos, la vulneración de los derechos es menos grave, como consecuencia de la presión internacional ejercida en los últimos años, lo que llevó recientemente al rey a decretar una amnistía parcial, que afectó a más de 200 detenidos y numerosos exiliados políticos. Sin embargo, esta actitud conciliadora parece no afectar a dos colectivos: los militantes islamistas y los saharauis.
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